Un nuevo aeropuerto es un aspecto clave para impulsar el turismo, mejorar la conectividad de países y regiones y facilitar el movimiento para todos los viajeros en ruta por el mundo.
Pero mal planeado, y en la localización equivocada, puede ser la llave para un desastre ecológico.
Eso es lo que está pasando en una pequeña isla del Caribe, Barbuda, donde los planes de desarrollo de un aeropuerto están poniendo en riesgo el futuro del lugar.
Esto de acuerdo a un grupo de residentes, que iniciaron procesos legales para frenar la construcción del aeropuerto.
Tras su demanda, las obras están temporalmente suspendidas.
La pregunta ahora es que intereses primarán, si los del desarrollismo que afecta a otros paraísos naturales como las Galápagos o el del turismo sostenible que puede lograr el progreso de un lugar a la vez que garantiza la protección de su medio ambiente.
¿Dónde está Barbuda?
Barbuda es una de las dos islas habitadas que conforman el país llamado Antigua y Barbuda, una de las antiguas colonias británicas que hoy los viajeros buscan por sus playas y naturaleza.
Contrario a su vecina Antigua, capital económica de su país, Barbuda es un lugar donde la naturaleza domina.
Su única localidad, Codrington, alcanzó una población máxima de 1,640 residentes.
Fuera de la ciudad, la selva domina el ambiente, y es hogar de especies únicas como lagartos, serpientes y fregatas que no viven en ningún otro lugar del mundo.
El huracán que destruyó una comunidad
El cambio climático ha provocado siniestros naturales cada vez más dañinos, y los países del Caribe como Antigua y Barbuda se encuentran entre los más vulnerables.
Irma, fue uno de los peores huracanes de los que se tiene registro, y en 2017, al tiempo que México sufría los impactos de los terremotos de septiembre, golpeó toda la región del Caribe.
Pese a las preparaciones que tuvieron, Barbuda fue prácticamente destruida por los fuertes vientos y 95% de los edificios en Codrington quedaron destruidos.
La tragedia fue de tal nivel que los habitantes de Barbuda fueron evacuados a la vecina Antigua, y por primera vez en siglos la isla quedó deshabitada.
Al día de hoy, apenas unas 100 personas han vuelto a vivir en su antiguo hogar, que sigue muy lejos de recuperarse del impacto de Irma.
El turismo se acabó completamente, pues el pequeño aeródromo y los dos resorts que existían cerraron sus puertas.
Pero siendo un país que vive esencialmente del turismo, Antigua y Barbuda apostó por este para recuperar la economía y la población de su isla.
El turismo sostenible ausente del proyecto
Varios lugares del Caribe apostaron por el turismo para recuperarse, tal es el caso de Puerto Rico que llamó a voluntarios para experimentar el turismo justo y ayudar a recuperar espacios naturales y culturales de su territorio.
Pero en el caso de Antigua y Barbuda la idea fue diferente, y se apostó por un modelo de turismo que debe quedar rebasado.
Se aprobó la construcción de un nuevo resort de cinco estrellas para quitarle espacio a la naturaleza que gobierna Barbuda, y que se sumará a los ya existentes que serían rehabilitados.
La inversión en el resort viene de grandes inversores de alrededor del mundo, y para ayudar a turistas a llegar al futuro atractivo se aprobó la construcción de un nuevo aeropuerto, que remplazaría al pequeño aeródromo que servía a la isla.
Pero Barbuda no tiene mucho terreno para una obra de ese tamaño, y la construcción requirió la tala de hectáreas de selva virgen.
Una vez que la naturaleza fue desplazada, se vio que los terrenos elegidos no eran adecuados por la presencia de cuevas subterráneas, por lo cual ahora se requiere la depredación de más bosques.
Así, el proyecto del aeropuerto de Barbuda está acabando no solo con la posibilidad de desarrollar un turismo sostenible en este paraíso del Caribe, sino con el medio ambiente entero del lugar.
Futuro del proyecto
Una vez que la demanda contra el gobierno de Antigua fue aceptada y que las obras se han detenido, trascendió que el departamento de Medio Ambiente del país ni siquiera revisó el proyecto ante la premura de empezar la obra, vendida como esencial para la recuperación del país.
Al tiempo que el aeropuerto avanzaba como máxima prioridad, los servicios básicos no han sido recuperados en Barbuda a diez meses del huracán.
La isla aún no tiene un hospital funcional ni agua potable, a pesar de lo cual la inversión se ha dedicado al polémico aeropuerto.
El destruir las selvas del país, implica, además, incrementar las emisiones de CO2 del país.
Aunque Antigua y Barbuda genera pocas emisiones, es la presencia de gases de efecto invernadero lo que aumenta la peligrosidad de los huracanes, y la desaparición de selvas lo que hace a los asentamientos humanos más vulnerables.
Así que, curiosamente, la apuesta del país para reponerse de un desastre natural, abre la puerta a más problemas a futuro.
Los promotores de la demanda esperan que, una vez que el caso se revise en la corte, el proyecto pueda rediseñarse completamente de modo que sea sostenible y no destructivo.
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