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Diecinueve lugares alrededor del mundo fueron elegidos por la UNESCO como los nuevos Patrimonios de la Humanidad 2018.

Se trata de trece patrimonios culturales, tres naturales y tres mixtos, con lo cual la prestigiosa lista que busca conservar los lugares más significativos de la historia y cultura humana ya tiene un total de 1092 registros en 167 países.

Cada uno de estos nuevos Patrimonios de la Humanidad se convierten en un destino para los viajeros, que en ellos podrán encontrar expresiones únicas que enriquecerán cualquier travesía.

Además de los nuevos sitios, la UNESCO también aprobó la extensión de un sitio natural antes protegido.

Entre los sitios designados Patrimonios de la Humanidad en 2018 se encuentra México, que recibió el nombramiento para el Valle de Cuicatlán-Tehuacán en Oaxaca y Puebla.

En Viajeros en Ruta les dimos a conocer este nuevo destino a detalle, pero, ¿qué hay de los otros 18 nombramientos?

Conózcanlos aquí, inspírense y a llenar la mochila para iniciar un nuevo viaje, y una vez que terminen exploren también algunos de los nuevos patrimonios 2017.

Nuevos Patrimonios de la Humanidad 2018

Sitios mixtos

El Valle de Tehuacán-Cuicatlán de México fue nombrado como un sitio mixto al tener un valor tanto natural como cultural, y en esta categoría es acompañado por otros dos lugares, ambos en América.

Por un lado el Parque Nacional Chiribiquete en Colombia y por el otro Pimachiowin Aki, en Canadá.

Chiribiquete es una región sagrada para los indígenas colombianos donde se encuentran más de 75,000 pinturas rupestres ligadas al culto del jaguar, además de ser la principal reserva ecológica del país.

Pimachiowin Aki es un bosque boreal localizado en las provincias de Manitoba y Ontario considerado un regalo del creador para compartir con el mundo por la cultura Anishinaabeg.

Sitios naturales

Los nuevos Patrimonios de la Humanidad 2018 en la categoría de naturaleza se encuentran repartidos en tres continentes: Asia, África y Europa.

Las montañas Barberton en Sudáfrica son consideradas una de las estructuras geológicas más antiguas que existe y sus suelos se han datado hasta la época cuando los continentes comenzaban a formarse.

Chaine de Puys en Francia es un paisaje que se origina al nacer los Alpes.

Fanjingshan nuevo Patrimonio Natural de China

Finalmente Fanjingshan en China es un paisaje que ha estado aislado por millones de años, por lo cual es habitado por especies endémicas maravillosas.

Con este nombramiento China reafirma su lugar como el país con más Patrimonios de la Humanidad que existe.

El Valle del Río Binkin en Rusia es Patrimonio desde años atrás, pero en este año se decidió triplicar su tamaño.

Sitios culturales

Los trece Nuevos Patrimonios de la Humanidad 2018 elegidos por su valor cultural se encuentran repartidos por doce países de cuatro continentes.

Alemania celebró al ser la única nación que inscribió dos sitios a la lista de la UNESCO este año.

Se trata de la Catedral de Naumburgo y el sitio arqueológico de Hedeby, ligado a la historia de los vikingos.

Europa también se hizo presente con dos de los países de mayor riqueza cultural en el mundo, Italia y España que tienen una nueva inscripción cada uno.

Para Italia este es la ciudad industrial de Ivrea,

mientras que para España lo es la antigua Medina Azahara.

Una esta ligada al desarrollo industrial del siglo XX, mientras que la otra esconde sus raíces en el siglo X, cuando gran parte de España era dominada por los musulmanes de Al-Andalus.

Por parte de África, el único nombramiento fue para Kenia, con su sitio arqueológico de Thimlich Ohinga.

Asia se llevó el mayor número de nuevos sitios al tener siete lugares, estos son: el Oasis Al-Ahsa de Arabia, los monasterios de Sansa en Corea, el gótico victoriano de Mumbai en India y el paisaje arqueológico sasánida de Irán.

Además, Japón tiene los sitios cristianos ocultos de Nagasaki, Omán la antigua ciudad de Qalhat y Turquía las estructuras neolíticas de Göbekli Tepe.

Para América hubo un nombramiento, aunque oficialmente se cuenta para Europa a través de Dinamarca.

Esto, porque los daneses nominaron un sitio que se encuentra en la lejana Groenlandia, isla norteamericana que le pertenece a su reino.

Se trata de Aasivissuit – Nipisat, uno de los más antiguos testimonios de la cultura inuit, conocidos popularmente como esquimales.

Es uno de los pocos sitios protegidos localizados al norte del Círculo Polar Ártico.

La conservación de todos estos lugares tanto desde el punto de vista medio ambiental como cultural garantiza un turismo sostenible.

Hermosas playas, vida nocturna, turismo de lujo, actividades culturales, arquitectura, naturaleza e historia. Muchos viajeros van por el mundo buscando una o varias de estas experiencias, pero sólo en las grandes ciudades se ofrecen todas.

Por eso sorprende que un pequeño pueblo catalán, ubicado a una hora de Barcelona y con menos de 30 mil habitantes tenga todo esto.

Me encuentro en Sitges, uno de los destinos turísticos más importantes de Cataluña. Durante todo el año las diecisiete playas del lugar reciben a miles de turistas que prefieren bañarse en estas aguas, antes que en muchas otras del Mediterráneo.

Pero si bien tumbarse al sol y descansar es uno de sus atractivos, Sitges ofrece otras muchas opciones que me dispongo a conocer.

La torre del reloj es uno de los edificios más emblemáticos de Sitges

El viaje comienza en el Cap de la Vila, la plaza más importante de la localidad que está dominada por la Casa del Reloj. Se trata del edificio modernista más conocido de Sitges, cuyo nombre se debe a que sus tres plantas están coronadas por un reloj que acompaña a los característicos tejados de cerámica de esta arquitectura.

Fue diseñado por Ignasi Mas i Morell, también responsable de la plaza de toros monumental de Barcelona.

Desde este punto se puede partir por cualquiera de las calles del pueblo, todas ellas repletas de pequeñas tiendas, tanto locales como de marcas de prestigio.

Los amantes del shopping podrán pasar horas de aparador en aparador.

Mientras esto se hace, hay que seguir admirando el resto de los edificios modernistas que colocan a Sitges dentro del movimiento artístico más importante de Cataluña.

También hay que disfrutar de las pequeñas callejuelas floreadas del lugar, que se prestan para más de una envidiable fotografía.

Mi recorrido continúa por el carrer major, una sinuosa calle que lleva a la Plaza del Ayuntamiento.

También en Cataluña, descubre el pequeño pueblo de Gallifa.

Junto a este edificio gótico se encuentra el antiguo mercado, que hoy aloja la Casa Bacardí. Más allá sobresalen las torres del templo de San Bartolomé y Santa Tecla, el cual se muestra en todo su esplendor tras caminar unos metros mas y salir a la costa.

Un edificio emblemático de Sitges es su iglesia sobre la playa

Ahí, la iglesia domina el panorama desde una colina y protagoniza, junto al mar, un paisaje donde también se ve un malecón lleno de palmeras.

En este punto se me presentan dos opciones:

-Bajar las escaleras y recorrer todo el malecón que, además de restaurantes, hoteles y más bella arquitectura, tiene el que presume de ser el primer chiringuito de toda España.

-Caminar hacia atrás de la iglesia para ver uno de los edificios más bellos de Sitges: el Palacio Maricel, que destaca por sus grabados tallados en piedra y su pequeño puente que une dos edificios sobre la calle.

Ahí también se encuentra la “quinta avenida” de Sitges, que en una juguetona comparación con su equivalente neoyorkina, no es más que un sendero techado y vacío por el que apenas caben dos personas.

Tras elegir esta última ruta, y ver los edificios que también alojan dos de los museos más importantes del pueblo, se sale a la plaza de La Torreta.

Este es uno de los mejores lugares para contemplar el mar, y frente a ella se extiende la Playa de San Sebastián, calificada por el New York Times como la mejor playa urbana de Europa en 2010.

En este punto termina el centro histórico, pero no Sitges.

Una de las plazas más bellas de Sitges es La Torreta

Aún queda por descubrir el patio azul que fue inmortalizado por el pintor Santiago Rusiñol, principal responsable del patrimonio modernista de Sitges, y que muestra unas paredes de un tono azul muy particular.

Este mismo se descubre en muchos detalles al pasear por las calles del pueblo y es reconocido como el tono de la localidad.

Sitges tiene un tamaño reducido, y se le puede recorrer completo en un día, bien planeada la jornada invita a acercarse también a lugares menos conocidos por los turistas.

Tras recorrer toda la Playa de San Sebastián, se llega a un extremo donde una colina es coronada por un cementerio.

En su interior hay decenas de esculturas, mismas que le han valido su clasificación como cementerio de interés cultural a nivel europeo.

Al otro lado de la colina se encuentra el puerto marítimo de Sitges.

Además de cientos de yates de visitantes de todo el mundo, se puede descubrir la zona más exclusiva del pueblo.

Restaurantes gourmet, tiendas de lujo y un ambiente cosmopolita lo convierten en el lugar preferido de los visitantes mas adinerados.

No olvidemos que estamos hablando del tercer municipio más caro de toda Europa.

Sitges, Cataluña, España

Terminando esta zona se alcanza a ver el parque del Garraf.

Es un espacio verde localizado en una de las colinas que rodean Sitges y donde existen varios senderos habilitados para hacer varias caminatas ya acercarse a la naturaleza.

Es un espacio cuya tranquilidad contrasta con la noche en el pueblo, donde la vida nocturna atraerá a todos los que buscan una fiesta que no perderá el ritmo en toda la noche.

Un ejemplo más de las muy diversas opciones que el viajero conoce no sólo en este pueblo, sino en toda Cataluña.

La provincia de León en España recibió el día de hoy el certificado Biosphere Destination, promovido por la UNESCO, por tener un turismo sostenible y responsable con el medio ambiente.

En una ceremonia celebrada en el Palacio de Los Guzmanes de la capital de la provincia, representantes del Gobierno y de órganos de turismo de León recibieron el certificado.

Este tiene particular importancia, pues si bien otros lugares de España y el mundo han recibido el certificado, esta es la primera vez que se entrega a una provincia entera, destacando el compromiso de todas sus partes con el medio ambiente.

Te recomendamos este recorrido por la España rural en Gallifa.

Además, es la culminación de un trabajo de dos años, los que tomó a León el transformarse para adoptar los preceptos de la carta mundial de turismo sostenible, preservando y desarrollando su patrimonio tanto natural como cultural como una manera de lograr una mejor experiencia tanto para locales como para viajeros.

Tras recibir el reconocimiento Juan Martínez Majo, presidente de la Diputación de León festejó el certificado que, dijo, coloca a la provincia como un destino de máximo interés turístico.

“Nos convertirnos, con la responsabilidad que ello supone, en guardianes de estos bienes en aplicación a las premisas y criterios que define la Unesco y organizaciones como la Mundial de Turismo, a la hora de desarrollar un turismo responsable, respetuoso, sensible, adaptado e integrado en la sociedad leonesa, tanto en la capital como en el medio rural”, explicó.

Además Majo habló del constante crecimiento de la industria turística en el mundo, y como este trae consigo el redescubrimiento de nuevos destinos que contribuyen al enriquecimiento de la diversidad de los espacios y de las experiencias turísticas.

Esta agencia apuesta por el turismo sostenible y es ejemplo mundial.

En el caso de España, esto lleva a que las provincias del interior, entre las que se encuentra León, que suelen estar lejos de la órbita de los viajeros internacionales se revaloren frente a las grandes ciudades y las costas.

Entrega del certificado a León como Biosphere Destination

“Los viajes hacia el conocimiento de lo rural y natural de los países y regiones constituyen un fenómeno creciente que permite admirar lugares que hasta ahora estuvieron escondidos en la propia geografía, abriéndose nuevas ventanas para apreciar y valorar un patrimonio extremadamente singular que ha estado al margen de las rutas turísticas”.

Dijo que con ellas surgen nuevas formas de hacer turismo, mucho más integradas y respetuosas con el patrimonio que albergan.

León queda además ligada así a la ciudad de Yuriria en Guanajuato, la única de México que también está trabajando para obtener su sello Biosphere Destination por promover un turismo sostenible.

Turismo sostenible en León, España

La provincia de León, poco conocida por los viajeros, abunda en lugares interesantes y donde se puede practicar un turismo sostenible.

El punto de partida siempre es la capital, León, una ciudad milenaria con una catedral Patrimonio de la Humanidad que nos recuerda los siglos en que fue la urbe más importante de España.

México también cuenta con otro destino sostenible de clase mundial ,la Sierra Gorda.

En sus alrededores se encuentran decenas de rutas de senderismo, donde la más importante es la parte del Camino de Santiago que cruza la provincia, pero que incluye otras el sendero del Arcediano o la ruta Romana del Oro.

Las Médulas destacan entre los atractivos de León, destino sostenible de España

En lo que a maravillas naturales se refiere, León cuenta con parte del parque nacional de los Picos de Europa, así como Las Médulas, otro paraje Patrimonio de la Humanidad donde la montaña se transformó en un paisaje de ensueño tras siglos de explotación minera en tiempos romanos.

Lagos como La Baña y Truchillas o la cueva de Valporquero aportan más a los escenarios naturales de una provincia que también se nutre con tradiciones como su gastronomía y su artesanía, únicas en España, y que se pueden descubrir también en otras ciudades como Astorga o Ponferrada.

El certificado de Biosphere Destination pone a León en los ojos del mundo y como objetivo de todos los viajeros en ruta que saben que, al elegir un destino, pueden ayudar a la conservación de la naturaleza y la cultura del mundo.

Pocas de las millones de personas que volvían a sus casas en Madrid, Barcelona o Sevilla lo supieron, pero el 28 de septiembre de 2012 España perdió parte de su territorio.

En concreto, 16 kilómetros de extensión ubicados en el parque nacional de Sant Llorenç del Munt i L’Obac cayeron fuera del dominio de la monarquía borbónica.

Por lo menos eso pretenden los habitantes del municipio de Gallifa, cuyos cinco concejales decidieron por unanimidad declararse territorio catalán libre y autónomo, firmando en esa fecha su declaración de independencia.

Hoy que Cataluña está agitada con una población dividida en torno a la independencia de toda la comunidad, recordé mi viaje a Gallifa, pueblo pionero en el debate por la separación de España.

¿Cómo es este pueblo en rebeldía ante el gobierno nacional?

Gallifa el primer pueblo independiente de Cataluña
Si no se tiene un auto para alcanzarlo por carretera, averiguarlo no es fácil para el viajero independiente. A la entrada del lugar, la única parada de autobús de todo Gallifa se yergue solitaria en una curva bajo los rayos del sol.

La vitrina que debiera exhibir las rutas y horarios del transporte público se encuentra vacía, testimoniando la escasez del servicio. Aquel visitante que quisiera usarla sin información previa, se sentaría sin conocer el tiempo de espera, y éste sería eterno, pues la única ruta que llevaba a San Felíu de Codinas ha sido cancelada.

Así, la única opción para llegar al pueblo, si no se puede rentar un coche, es caminar. Gallifa se esconde del visitante espontáneo, pero está lista para sorprender a quienes superan las dificultades del trayecto.

Dónde está Gallifa

La independencia de Cataluña ha sido uno de los temas más importantes en España en años recientes. Pero este 2017 la crisis llegó a su apogeo tras un referéndum considerado ilegal por el Gobierno español y donde, con una baja participación, se declaró la independencia de la comunidad autónoma.

El conflicto llevó a el arresto de los líderes independentistas, al exilio del depuesto presidente catalán y a unas nuevas elecciones celebradas el 21 de diciembre, que dejaron como ganador a un partido unionista, pero a una mayoría parlamentaria independentistas.

La mayoría de diputados independentistas se debe precisamente a los pueblos como Gallifa en la Cataluña profunda, lugares que se han mantenido orgullosamente catalanes tanto en épocas de tolerancia como de represión.

Es en esta región donde surgió la Asociación de Municipios por la Independencia de Cataluña, que desde 2011, cuando se empieza a buscar abiertamente la secesión con España, ha sumado 764 miembros.

Gallifa es parte de ellos, pero durante varios años estuvo solo a la hora de dar el paso definitivo al declarar su secesión

Solo, como siempre lo ha estado respecto a sus vecinos, aislado en un valle donde siempre ha sido la única localidad. Al norte la montaña de Sant Sadurní, de 900 metros, y al sur el montículo del castillo la separan de los municipios vecinos.

Montaña de Sant Sadurní, GallifaPerteneciente oficialmente a la comarca del Vallés Occidental, Para llegar a Gallifa tomo un autobús a las ocho de la mañana en Sabadell, capital de dicha región, para internarme en la montaña hasta San Lorenzo Savall.

Este pueblo rodeado de bosques es el más cercano al destino final, desde ahí se debe tomar un sendero que cruza la montaña y que, bien señalizado, es parte de la extensa red de caminos rurales de Cataluña, a través de los cuales se promueve el senderismo y el respeto a la naturaleza en toda la Comunidad.

En el caso de esta ruta, rodeada de estampas de las montañas cubiertas de bosques, los caminantes son raros y tiene una dificultad moderada. Una persona en buena condición física puede alcanzar Gallifa en aproximadamente hora y media.

Desde las alturas, antes de ingresar al lugar y conocer sus historias, el pequeño pueblo ya se muestra privilegiado, en un entorno idílico ajeno al estrés urbano

La pequeña bandera española

La rebelión de Gallifa le dio una efímera fama, llevando a unas decenas de visitantes a ver en persona la muestra física de su deseo independentista.

Al entrar al pueblo la carretera se bifurca, un lado lo circunvala y otro lleva a su interior, dividiéndose en caminos cada vez más pequeños que terminan en grandes fincas, masías, plazas o que se convierten en escénicos senderos sin pavimentar donde apenas cabe una persona y que terminan por desaparecer entre árboles centenarios.

Una de estas calles finaliza frente al palacio municipal. Ahí, en la entrada principal, un tablón de anuncios al servicio del gobierno y los vecinos se muestra prácticamente vacío. La excepción son dos avisos, uno de la venta de una propiedad y otro con información caduca de la pasada fiesta del pueblo, celebrada meses antes de mi visita.

Gallifa independenciaSobre ellas, sujeta con un alfiler, un banderín con los colores de España es el único símbolo nacional que se presenta en el edificio.

Esto, hasta que uno da la vuelta y descubre un mástil a unos metros de distancia. Arriba, el viento ondea una monumental y orgullosa bandera catalana que, junto a otra con los colores municipales, humillan al diminuto símbolo patrio español.

De acuerdo al alcalde de Gallifa, la presencia del banderín, que provocó una polémica judicial, está en el edificio para cumplir únicamente la Ley de Banderas recogida en la legislación catalana, no la española.

Dado que este documento prohíbe que ningún símbolo nacional en un edificio de gobierno sea más grande que el español, que debe estar en un lugar de honor, las enseñas catalanas fueron colocadas fuera del palacio, y el emblema español fue el más pequeño que se pudo conseguir.

Esta curiosidad ha sido lo que ha atraído a algunos turistas al municipio, buscando presenciar este símbolo de rebeldía. Pocos se quedan a descubrir más a fondo una localidad, cuyo deseo de independencia se refleja también en el hecho de que ha dejado de pagar los 1,662 euros que colecta como impuesto sobre la renta.

El castillo y la virgen de la ecología

Un pueblo rebelde, es el mejor hogar para un rebelde, y eso es precisamente lo que define a Josep Dalmau, quien desde 1958 es el rector de la iglesia de Sant Pere i Sant Felíu.

Enviar a un párroco joven y con una carrera ascendente a un olvidado pueblo de montaña, no podía interpretarse sino como un exilio para un personaje que incomodaba al franquismo, pero el movimiento sólo demostró lo desconocida que resultaba la zona.

Dalmau dejó los importantes templos que había dirigido en Sabadell y Vilanova i la Geltrú, pero no dejó de ser un activista durante toda la dictadura y encontró un hogar en Gallifa, donde, además de apoyar la independencia desde hace décadas, encontró la libertad para impulsar una doctrina religiosa no del todo aceptada por la iglesia católica.

A las afueras del pueblo, viendo hacia el sur, se encuentra un montículo que los antiguos señores feudales eligieron para edificar un modesto castillo y fortificar sus dominios.

Desde el 999, de cuando data la primera referencia documental, al siglo XVI fue residencia y fortaleza. Pero terminó por ser abandonado, acogiendo únicamente la pequeña ermita de Santa María del Castell. Ésta es hoy la única construcción que el tiempo no arruinó.

Teniendo autoridad religiosa sobre la ermita en desuso, Dalmau la restauró durante la década de los 80, y en 1986 la designó como templo de la Madre de Dios de la Ecología, una advocación no reconocida por el Vaticano, también dio a Gallifa otro inesperado atractivo turístico.

En la ermita, una imagen tallada en madera del siglo XI, cuya advocación original se desconoce, funge como virgen de la ecología, y en la web del santuario se habla del movimiento naturalista desde el punto de vista cristiano.

Se invita también a visitarlo y sembrar un árbol, en vez de prender veladoras, para que éste sirva de una plegaria siempre encendida en honor a María.

Los patios del castillo son también sede de un espectáculo de luz y sonido que se celebra cada fin de semana, y cuenta con un área de camping. Los visitantes son pocos, pero no falta el barcelonés que, encantado con el cielo estrellado, obtiene permiso del guarda para pasar la noche en el lugar, bajo la condición de echar candado a la puerta al retirarse la mañana siguiente.

La advocación ecológica, sumada a la polémica presencia de una estatua de Artemisa en el patio del castillo, ha provocado que los círculos católicos más tradicionales acusen a Dalmau de promover el paganismo. Pero ni el arzobispo de Tarragona, ni el obispo de Vich han actuado para eliminar este sui generis culto.

La rebeldía de Gallifa se extiende así hasta lo religioso, con la invención de su propia virgen. Pero al ver como el Papa Francisco ha convertido a la ecología en un asunto de moral cristiana a través de su encíclica Laudato Si, surge la pregunta de si este pueblo emancipado no fue en realidad un pionero, adelantándose décadas a la lucha mundial por el respeto a la naturaleza.

Gallifa y el arte

Gallifa se rebela también contra la pérdida de la identidad. Al caminar por sus calles, las casas y fincas están perfectamente restauradas y todas respetan el estilo arquitectónico del lugar. Con fachadas cubiertas de piedra y, en algunos casos mostrando los aperos de labranza en las entradas.

La imagen que da la villa es la de haberse quedado atrapado en el pasado, pero la imagen tradicional no es sino una agradable construcción para sus escasos habitantes y para las cámaras de los turistas ausentes.

En realidad, Gallifa está lejos de oxidarse en tiempos remotos. Por el contrario acoge importantes expresiones culturales catalanas como lo es el modernismo, representado por una escultura monumental a la entrada del pueblo y que festeja su primer milenio de existencia

Asimismo, muy cerca de la iglesia, se descubre la Fundación Josep Llorens i Artigas. Éste fue un ceramista catalán amigo Joan Miró y quien, tras trabajar en París y Barcelona, eligió Gallifa como el lugar donde instalar su taller, tomando sus idílicos parajes como inspiración para su obra.

El propio Miró, el más reconocido artista contemporáneo catalán, visitó el municipio en varias ocasiones para componer su obra en alguno de los tres hornos de cerámica del taller de su amigo. Destaca el que de aquí surgieron los murales del sol y la luna, creados para la sede de la UNESCO y que recibieron un premio Guggenheim en 1958.

Tras la muerte del artista, su hijo conservó el taller como un espacio para exhibir el trabajo de su padre, y organiza estancias para estudiantes y artistas contemporáneos que pueden aprender y crear su obra en las instalaciones locales: uno de los pueblos más pequeños de Cataluña es así una capital para la alta cultura y aspira a encontrar al próximo gran artista catalán. Para visitar el lugar es necesario agendar una cita por teléfono.

Gallifa y el motociclismo

Gallifa se rebela finalmente contra su propia desaparición. La pérdida de habitantes, el envejecimiento de la población y el abandono son amenazas a las áreas rurales de España y el mundo. Pero este municipio, cuyo récord de población llegó en el siglo XIX con 337 habitantes, logró frenar la emigración que los llevó a un peligroso número a la baja de 55 en los años 70.

Sin ser nunca un imán para las masas, la personalidad, tradición y belleza de Gallifa lo han llevado a sumar hoy más de 200 habitantes, de los cuales un 51% es el que ha participado en las elecciones y referéndums que los han llevado a declararse independientes. La opinión del restante 49%, que ni siquiera se presenta a las urnas, queda como un enigma escondido tras la peculiaridad de su pretendida emancipación.

Entre las personas que hoy viven en Gallifa, y que han traído esta reciente multiplicación de sus habitantes, se encuentran inmigrantes tanto de otras provincias españolas, como de lugares tan lejanos como Uruguay.

Sin importar su origen, todos dicen sentirse profundamente catalanes. A pesar del aumento, el cementerio tras la iglesia de Sant Pere es tan pequeño que se recorre en tres zancadas, sin que se haya pensado extenderlo.

Gallifa desde la iglesia por Francisco Fontano

La población también aumenta temporalmente al inicio de la primavera, cuando el municipio se rebela ante la calma campirana y acoge el rugir de los motores con una carrera de motociclismo, puntuable en las copas catalanas, y que trae a la solitaria localidad a los mejores exponentes locales de este deporte.

Así las familias que lo han habitado por generaciones, los recién llegados y los visitantes ocasionales completan la estampa de este pueblo, que se resiste a aceptar definiciones y que sorprende con las historias que lo hacen especial.

Fin del viaje a Gallifa

Fuera del núcleo urbano, más del 50% de Gallifa está cubierto de bosques, el mejor homenaje a la virgen ecológica que veneran. Escondidas entre los árboles,  aún es posible encontrar algunas ermitas que servían a los campesinos en el medievo y que llevan siglos en desuso.

Los senderos que llevan a ellas se convierten en nuevos caminos que llevan de vuelta a los más grandes poblados vecinos, donde se puede encontrar algún transporte con rumbo a las grandes ciudades.

En algún punto de esas sendas, se cruza la frontera invisible que limita a los municipios. Al hacerlo, el visitante que emprendió esta aventura abandona la pequeña extensión de la Cataluña independiente y, sin darse cuenta, vuelve a España.