Sinagoga Histórica Justo Sierra

La Sinagoga Histórica Justo Sierra

Ciudad de México, México, Sinagogas

 

Viviendo en Cuernavaca, Pablo Luna visita Ciudad de México con poca frecuencia, y al hacerlo le gusta pasear por la alcaldía Cuauhtémoc, donde pasó su infancia.

Andar por las calles alrededor de la primaria Ponciano Arriaga y la plaza de Loreto es para él un viaje al pasado.

Pero en su última caminata encontró algo inesperado, una puerta abierta en la calle de Justo Sierra invitaba a conocer una sinagoga de la que nunca había oído hablar.

¿Era posible que durante toda su infancia hubiera convivido con este templo y su comunidad sin saberlo?

Como a él, la existencia de una sinagoga a pocos pasos del Colegio de San Ildefonso sorprende a muchos, pues, escondido tras una fachada neocolonial sólo identificable por dos discretas estrellas de David en sus puertas, el recinto estuvo por décadas oculto a los ojos de quien no pertenecía a su feligresía.

Tras decenios en el abandono, la sinagoga fue rescatada, restaurada y abierta al público, convirtiéndose en un nuevo atractivo turístico en el centro histórico, además de en uno de los pocos lugares en el mundo donde se puede visitar un templo judío.

Interior sinagoga Justo Sierra CDMX

El proyecto es una realidad gracias en gran medida al esfuerzo de Mónica Unikel, nieta de inmigrantes askenazíes que, tras un viaje a Londres donde descubrió que la capital inglesa ofrecía recorridos por sus barrios judíos, decidió hacer lo propio en México.

La sinagoga era en principio sólo una parada de los tours temáticos que recorrían diversos puntos destacados del centro; pero a partir de que el primer cuadro fue liberado de ambulantes, aumentando su seguridad, accesibilidad y atractivo, se abrió la oportunidad de que el edificio brillara con luz propia.

En 2008 se inició una cuidadosa restauración financiada con donativos de la comunidad, y a partir de 2010 se abrieron sus puertas a cualquier curioso.

Los propios amigos de Unikel auguraron poco éxito al proyecto, ¿a qué persona no judía podría llegar a interesarle visitar el recinto?

Pero los malos pronósticos erraron, en tan sólo un lustro la sinagoga pasó de unos modestos 200 visitantes en 2010, a 20,000 en 2015.

Mónica ya no está sola en su labor, pues junto a ella un pequeño equipo de personas, varias de las cuales no son judías, trabajan en el lugar y en todas las actividades que organizan.

¿Por qué visitar la Sinagoga Justo Sierra?

El judaísmo es una religión muy reconocida, pero a la vez con cierto halo de misterio.

Viajando por el mundo se puede entrar a miles de iglesias católicas, ortodoxas o protestantes, así como a varias mezquitas; pero difícilmente en una sinagoga.

Sinagoga Histórica Justo Sierra

El carácter privado de las ceremonias, la cercanía con su comunidad y la preocupación por la seguridad, son factores que llevan a los templos judíos alrededor del globo a permanecer cerrados para los goyim o no-judíos.

Esto ha ayudado indirectamente a un desconocimiento de la tercera religión monoteísta más importante del mundo, provocando la difusión de ciertos prejuicios.

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Combatir la percepción de los judíos como un gueto cerrado, y dar a conocer una rica y milenaria cultura, son dos de las razones por las que Mónica se ha dedicado de lleno a la difusión del lugar, según comenta antes de llevarnos al segundo piso del edificio, dónde está la sinagoga en sí.

Al entrar se ve de frente el arón hakodesh, el espacio más sagrado de la sinagoga al ser el que resguarda los rollos de La Torá, el libro sagrado de la religión, que coincide con los primeros cinco libros de La Biblia.

De pie en el lugar, uno se puede sentir en varios lugares a la vez.

Se está en México, dónde es la única sinagoga abierta al público; pero también en Israel, a donde inevitablemente remiten los elementos arquitectónicos; y finalmente en Lituania, pues su diseño es una copia de la sinagoga de Šiauliai, hoy desaparecida, a petición del donante que permitió su construcción y que nació en aquella ciudad.

No hay muchos curiosos, como Pablo Luna, que hagan este viaje simultáneo a tres naciones.

Otros elementos destacados son las coloridas pinturas del techo, entre cuyas decoraciones se descubren elementos judíos como la estrella de David; las columnas, que a pesar de su discreción causaron muchos dolores de cabeza a los restauradores, quienes tuvieron que igualar la cambiante paleta de tonos originales; y el mural del jardín del Edén que, a pesar de su ingenuidad, es una muestra de los sentimientos de los inmigrantes al establecerse en México, un lugar donde finalmente pudieron vivir en paz tras años de persecución en los imperios Austro-Húngaro y Otomano de los que huyeron.

Ni en este mural ni en los techos se encuentran figuras humanas, prohibidas en el judaísmo como expresiones de idolatría, uno de los muchos puntos de unión que tienen con el islam, del cual a veces parecen tan alejados.

La sinagoga es un tesoro a descubrir, pero el interés no se limita al edificio.

En ella se organizan decenas de eventos como conciertos y conferencias, además de que los recorridos turísticos por la herencia judía de México que Mónica organiza, siguen vigentes y reinventándose de acuerdo a efemérides.

Sinagoga en México

El judaísmo en la Colonia, la fabricación de pan, las sinagogas en la Roma y Condesa o las visitas dramatizadas con ayuda de actores son parte de las actividades a las que se invitan.

El trabajo del lugar también pasa por hacer comunidad, llevando a barrenderos, prostitutas, y comerciantes de la zona a conocerlo, de modo que se sientan orgullosos de la zona en la que laboran y cuiden su entorno, a la vez que se firman convenios con museos cercanos, que innovan en formas de redescubrir el centro.

Esta doble tarea hace de la sinagoga parte de un turismo sostenible, que deja beneficios mejorando su entorno, a la vez que expande los circuitos turísticos, ayudando a que nacionales y extranjeros disfruten de muchos tesoros que pasan mayormente desapercibidos.

Los inmigrantes judíos en el país han destacado en ciencias, teatro, periodismo y política, pero a pesar de su importante presencia, su cultura es desconocida para millones.

La sinagoga Justo Sierra abre la puerta para descubrir un nuevo mosaico que forma parte de la riqueza cultural de México.

Desde niño sentí infinita curiosidad por descubrir el mundo, así que estaba escrito que sería un viajero. Exploré el mundo primero a través de mapas, y luego en persona. Tras escribir como freelance en varias revistas, viví un año en Barcelona donde obtuve una maestría en periodismo de viaje, fui miembro fundador del proyecto Caminos Sellados y gané un premio Malta Tourism Press Award como coautor del libro Postales del Mundo: Malta

He visitado 23 países de cuatro continentes y mi filosofía es que, en todo lugar hay algo por descubrir.
Francisco Fontano Patán
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