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Las colillas de cigarros están entre los desperdicios que más afectan la limpieza de playas y mares.

Pero a partir de junio, la esperanza de eliminarlas toma fuerza pues Barcelona, una de las ciudades más visitadas del Mediterráneo, prohibirá fumar en todas sus playas.

La decisión se hizo oficial tras evaluar los resultados de un programa piloto, que se aplicó durante la temporada alta en 2021.

Dicho programa se aplicó en cuatro de las diez playas de Barcelona entre el 29 de mayo y el 12 de septiembre de 2021.

Las cuatro playas fueron Sant Miquel y Somorrostro, en Ciutat Vella, y Nova Icària y Nova Mar Bella, en Sant Martí.

De acuerdo a Eloi Badia, concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica, dichas playas contaron con una presencia muy reducida de cigarrillos, lo que redundó no solo en la eliminación de residuos, sino en un entorno más saludable que protege la salud de los fumadores pasivos.

Los números oficiales indican que, en las playas del programa piloto, solo se detectó un 3.3% de personas fumando, mientras que 9.9% lo hicieron en aquellas donde no había control.

Además, 8 de cada 10 personas apoyaron la medida, sumando a sus beneficios medioambientales el apoyo popular.

¿Cómo será la prohibición de fumar en playas de Barcelona?

Antes de que la prohibición pueda aplicarse legalmente, Barcelona requiere que esta tenga la aprobación del pleno del Ayuntamiento.

De acuerdo a Badia, esto no será un problema, pues en junio se contará con la mayoría para que el uso de tabaco en playas quede vedado oficialmente.

Mientras esto ocurre, las autoridades iniciarán una campaña informativa entre abril y junio para familiarizar a las personas con las nuevas reglas.

Las colillas contaminan las playas del mundo

Una vez que no se pueda fumar en la playa de Barcelona, al identificar a alguna persona violando la ley, la guardia urbana se le acercará para solicitarle que apague su cigarrillo.

Sólo en caso de que la persona reitere su infracción, se hará acreedora a una multa de 30 euros.

Problemas de fumar en las playas

La nueva política de Barcelona va enmarcada en la lucha de la ciudad por limpiar su aire, que es uno de los más sucios de España.

“Hacer una ciudad saludable es hacerla sin humos, también del tabaco”, expresó Gemma Tarafa, concejal de Salud de la ciudad, al presentar la medida.

El tabaquismo es “la principal causa de muerte evitable en España” y “aumenta el riesgo de sufrir cáncer y enfermedades cardiovasculares o respiratorias”, añadió.

De todos los cigarrillos que se fuman en Barcelona, el 15% de las colillas acaban en el mar, y en lo que llegan al agua quienes pasean por sus populares playas pueden encontrarlos entre la arena, donde fueron dejados por quienes no se molestaron en recogerlas.

Los filtros de tabaco, son considerados el segundo desechable más presente en las playas de la Unión Europea, y además tienen plásticos, el material que más contamina el Mediterráneo y los mares del mundo.

Cada año unas 2,200 personas mueren en Barcelona como consecuencia del tabaquismo, lo cual representa el 13.8% de todas las muertes en la ciudad.

Aunque la ciudad condal es el destino más importante en aplicar la medida, no es el único lugar de España en cuyas playas está prohibido fumar.

Bayona, en Galicia fue la pionera en ese sentido y desde entonces 115 de las 3,514 playas de España han seguido su ejemplo.

También en Cataluña, Sitges aplicó la misma medida en su principal playa, San Sebastián.

El gobierno central en Madrid está debatiendo una ley que, de tener éxito, convertiría a todas las playas de España en libres de humo, y con ello sería un país pionero con este tipo de regulación.

El tema no se discute en México, aunque Playa Pinitos en Mazatlán tiene una iniciativa que prohíbe fumar en ella.

Barcelona se encuentra entre las cinco ciudades más visitadas de Europa y del mundo entero, y es sin duda uno de los lugares que debes visitar al menos una vez e tu vida.

Si es la primera vez que viajas a la ciudad condal, sin duda querrás conocer sus puntos turísticos mas populares.

Las Ramblas, el Barrio Gótico, Montjuic, La Sagrada Familia y sus playas.

Pero además de estos destinos, Barcelona ofrece alternativas menos conocidas, y que completan la experiencia de una urbe, que nunca acabas de descubrir.

En 2014, tuve la oportunidad de vivir un año en Barcelona, y gracias a ello, te puedo recomendar estos lugares menos visitados por los turistas.

Tanto lo popular como lo diferente se conjuga para, como dice el club de viajes privado Voyage Privé, seducir “a viajeros de todo el mundo que vienen buscando una experiencia completa”.

¿Quieres conocer otra Barcelona menos vista por las multitudes? Aquí te la presentamos.

Parc del Laberint

Para conocer este lugar hay que viajar al barrio de Horta-Guinardó, al norte de la ciudad.

Aunque es mucho menos conocido que el Parc Güell, se trata de uno de los jardines más antiguos de Barcelona, pues se construyó en el siglo XVIII.

parc laberint d'horta Barcelona

Cuando surgió, estaba lejos de la ciudad y era parte de las propiedades de una de las familias barcelonesas más ricas, los Desvalls, que diseñaron un área verde de estilo neoclásico para recrearse.

El jardín neoclásico fue creado a partir del tema del amor.

Se divide en tres terrazas, en una de las cuales se encuentra el laberinto de plantas que da nombre al parque y que representa su principal atracción.

En el centro del lugar, por el que todos pasan para encontrar la salida, se encuentra una estatua de Eros.

La tercera terraza tiene el otro elemento que distingue al sitio: un pabellón dedicado a las musas griegas, con un manantial natural que fue aprovechado para hacer una cascada.

En el siglo XIX el jardín se extendió con un nuevo espacio de estilo romántico, cuyo tema original era la muerte, aunque la mayor parte de estas esculturas desaparecieron y hoy en esencia es un espacio lleno de lechos de flores.

El parque terminó por ser parte de la ciudad conforme ésta se expandió. La familia Desvalls lo donó, de modo que desde 1971 se abrió al público.

Con el fin de preservarlo del turismo de masas, sólo se permite el ingreso de 750 personas al día, pero como aún es un lugar secreto, con toda seguridad encontrarás boletos para visitarlo.

Tibidabo

Se trata nada más y nada menos que del punto más alto de Barcelona y, por ende, de uno de los mejores lugares para obtener vistas panorámicas de la ciudad.

Además de su elevación a 512 metros de altura, su localización en la sierra de Collserola, al norte de la urbe, permite ver desde su cima no sólo el paisaje sino tener como fondo la otra señal de identidad de Barna: el Mediterráneo.

Templo del Sagrado Corazón y Parque de diversiones en la cima del Tibidabo en Barcelona

Pero ser un excelente mirador apenas es el primer detalle que caracteriza al Tibidabo, pues en su cima está lleno de atracciones. Dos de ellas destacan sobre las demás.

Primero, el Templo del Sagrado Corazón, una iglesia que tardó 49 años en construirse, hasta su apertura en 1961, diseñada por el reconocido Enric Sagnier.

Su interior es de especial interés para los mexicanos, pues en su nave principal hay vidrieras con advocaciones marianas de toda América, las cuales incluyen a la Virgen de Guadalupe.

Adentro del templo es posible tomar un elevador y encontrarse en la punta del templo, por lo que puede decirse que uno ha llegado al techo de Barcelona.

El otro atractivo es un parque de diversiones, el más antiguo de toda España, que aún mantiene varias atracciones históricas, así como otras más modernas, lo cual le concede una gran variedad que va de la nostalgia a la modernidad.

Otro aspecto curioso de este parque es que, por su situación en la cima del monte, está construido en diferentes niveles, donde se encuentran desde un museo de autómatas y otro de Lego, hasta un carrusel y unos carros chocones.

Hay diversas formas de llegar a la cima del Tibidabo: en autobús y en funicular, pero la más atractiva es hacerlo a pie.

Aunque es un camino que puede ser cansado, permite conocer a los otros habitantes de la sierra, jabalíes que, tras ser casi extinguidos de la zona, fueron reintroducidos y hoy pueden vivir en los lugares que siempre fueron suyos.

Los templos romanos

Antes de ser Barcelona, la ciudad condal se llamó Barcino y fue una urbe romana que creció a partir de una colonia cuyo objetivo era controlar el estratégico paso por el río Llobregat.

Barcino nunca igualó en poder a la cercana Tarracó (la actual Tarragona), pero sí alcanzó suficiente importancia para ser considerada una de las principales ciudades romanas en la Península Ibérica.

Museo de Historia de Barcelona

Aunque con el paso del tiempo fue desapareciendo bajo la ciudad medieval y moderna, caminando por su centro surgen, aquí y allá, diferentes vestigios que nos remiten a los primeros años de historia de la ciudad.

Todos los sitios con vestigios romanos de Barcelona y sus alrededores están agrupados bajo el cuidado del Museo de Historia de Barcelona, que los conserva y los abre al público. La entrada a todos ellos es gratuita y se pueden conocer tanto de pisa y corre como más a fondo, en espacios que respetan el estado del sitio arqueológico tal como se encontró.

Entre los lugares más representativos de esta zona se encuentran: el templo de Augusto, el recinto religioso más importante de la ciudad; la vía sepulcral, cementerio de las clases populares que quedó olvidado bajo tierra, y el domo de San Honorato, casa romana reutilizada como almacén durante la Edad Media.

Además, el Museo de Historia de Barcelona se ocupa de la conservación de diversos espacios históricos, como los refugios antiaéreos de la Guerra Civil y el monasterio de Pedralbes.

Museo de la Mariguana

El debate sobre si la mariguana debe legalizarse también es un tema actual en España y foco de este modesto museo localizado en el Barrio Gótico.

Museo de la Mariguana de Barcelona

A pesar de su cercanía con Las Ramblas, siempre llenas de gente, es poco visitado, quizá porque es uno de los atractivos más nuevos de la ciudad, pues fue inaugurado apenas en 2012.

El museo es una filial del original, que se encuentra en Ámsterdam, ciudad que se caracteriza por su tolerancia hacia las drogas blandas. Fue traído a Barcelona por Ben Dronkers, fundador del concepto original, con el apoyo de algunos empresarios catalanes.

Un antiguo palacio barcelonés, el Palau Mornau, fue adaptado para alojar el Museo de la Mariguana, cuyo objetivo es abordar todos los aspectos de la cannabis alrededor del mundo, desde su uso recreativo y medicinal, hasta la historia de la planta del cáñamo, de la cual procede la mariguana y cuyas fibras tienen usos muy diversos.

Aquí se exhibe una colección de pipas, la historia de la prohibición de la mariguana y un instructivo sobre cómo fabricar un cigarro para fumarla.

Hermosas playas, vida nocturna, turismo de lujo, actividades culturales, arquitectura, naturaleza e historia. Muchos viajeros van por el mundo buscando una o varias de estas experiencias, pero sólo en las grandes ciudades se ofrecen todas.

Por eso sorprende que un pequeño pueblo catalán, ubicado a una hora de Barcelona y con menos de 30 mil habitantes tenga todo esto.

Me encuentro en Sitges, uno de los destinos turísticos más importantes de Cataluña. Durante todo el año las diecisiete playas del lugar reciben a miles de turistas que prefieren bañarse en estas aguas, antes que en muchas otras del Mediterráneo.

Pero si bien tumbarse al sol y descansar es uno de sus atractivos, Sitges ofrece otras muchas opciones que me dispongo a conocer.

La torre del reloj es uno de los edificios más emblemáticos de Sitges

El viaje comienza en el Cap de la Vila, la plaza más importante de la localidad que está dominada por la Casa del Reloj. Se trata del edificio modernista más conocido de Sitges, cuyo nombre se debe a que sus tres plantas están coronadas por un reloj que acompaña a los característicos tejados de cerámica de esta arquitectura.

Fue diseñado por Ignasi Mas i Morell, también responsable de la plaza de toros monumental de Barcelona.

Desde este punto se puede partir por cualquiera de las calles del pueblo, todas ellas repletas de pequeñas tiendas, tanto locales como de marcas de prestigio.

Los amantes del shopping podrán pasar horas de aparador en aparador.

Mientras esto se hace, hay que seguir admirando el resto de los edificios modernistas que colocan a Sitges dentro del movimiento artístico más importante de Cataluña.

También hay que disfrutar de las pequeñas callejuelas floreadas del lugar, que se prestan para más de una envidiable fotografía.

Mi recorrido continúa por el carrer major, una sinuosa calle que lleva a la Plaza del Ayuntamiento.

También en Cataluña, descubre el pequeño pueblo de Gallifa.

Junto a este edificio gótico se encuentra el antiguo mercado, que hoy aloja la Casa Bacardí. Más allá sobresalen las torres del templo de San Bartolomé y Santa Tecla, el cual se muestra en todo su esplendor tras caminar unos metros mas y salir a la costa.

Un edificio emblemático de Sitges es su iglesia sobre la playa

Ahí, la iglesia domina el panorama desde una colina y protagoniza, junto al mar, un paisaje donde también se ve un malecón lleno de palmeras.

En este punto se me presentan dos opciones:

-Bajar las escaleras y recorrer todo el malecón que, además de restaurantes, hoteles y más bella arquitectura, tiene el que presume de ser el primer chiringuito de toda España.

-Caminar hacia atrás de la iglesia para ver uno de los edificios más bellos de Sitges: el Palacio Maricel, que destaca por sus grabados tallados en piedra y su pequeño puente que une dos edificios sobre la calle.

Ahí también se encuentra la “quinta avenida” de Sitges, que en una juguetona comparación con su equivalente neoyorkina, no es más que un sendero techado y vacío por el que apenas caben dos personas.

Tras elegir esta última ruta, y ver los edificios que también alojan dos de los museos más importantes del pueblo, se sale a la plaza de La Torreta.

Este es uno de los mejores lugares para contemplar el mar, y frente a ella se extiende la Playa de San Sebastián, calificada por el New York Times como la mejor playa urbana de Europa en 2010.

En este punto termina el centro histórico, pero no Sitges.

Una de las plazas más bellas de Sitges es La Torreta

Aún queda por descubrir el patio azul que fue inmortalizado por el pintor Santiago Rusiñol, principal responsable del patrimonio modernista de Sitges, y que muestra unas paredes de un tono azul muy particular.

Este mismo se descubre en muchos detalles al pasear por las calles del pueblo y es reconocido como el tono de la localidad.

Sitges tiene un tamaño reducido, y se le puede recorrer completo en un día, bien planeada la jornada invita a acercarse también a lugares menos conocidos por los turistas.

Tras recorrer toda la Playa de San Sebastián, se llega a un extremo donde una colina es coronada por un cementerio.

En su interior hay decenas de esculturas, mismas que le han valido su clasificación como cementerio de interés cultural a nivel europeo.

Al otro lado de la colina se encuentra el puerto marítimo de Sitges.

Además de cientos de yates de visitantes de todo el mundo, se puede descubrir la zona más exclusiva del pueblo.

Restaurantes gourmet, tiendas de lujo y un ambiente cosmopolita lo convierten en el lugar preferido de los visitantes mas adinerados.

No olvidemos que estamos hablando del tercer municipio más caro de toda Europa.

Sitges, Cataluña, España

Terminando esta zona se alcanza a ver el parque del Garraf.

Es un espacio verde localizado en una de las colinas que rodean Sitges y donde existen varios senderos habilitados para hacer varias caminatas ya acercarse a la naturaleza.

Es un espacio cuya tranquilidad contrasta con la noche en el pueblo, donde la vida nocturna atraerá a todos los que buscan una fiesta que no perderá el ritmo en toda la noche.

Un ejemplo más de las muy diversas opciones que el viajero conoce no sólo en este pueblo, sino en toda Cataluña.

Pocas de las millones de personas que volvían a sus casas en Madrid, Barcelona o Sevilla lo supieron, pero el 28 de septiembre de 2012 España perdió parte de su territorio.

En concreto, 16 kilómetros de extensión ubicados en el parque nacional de Sant Llorenç del Munt i L’Obac cayeron fuera del dominio de la monarquía borbónica.

Por lo menos eso pretenden los habitantes del municipio de Gallifa, cuyos cinco concejales decidieron por unanimidad declararse territorio catalán libre y autónomo, firmando en esa fecha su declaración de independencia.

Hoy que Cataluña está agitada con una población dividida en torno a la independencia de toda la comunidad, recordé mi viaje a Gallifa, pueblo pionero en el debate por la separación de España.

¿Cómo es este pueblo en rebeldía ante el gobierno nacional?

Gallifa el primer pueblo independiente de Cataluña
Si no se tiene un auto para alcanzarlo por carretera, averiguarlo no es fácil para el viajero independiente. A la entrada del lugar, la única parada de autobús de todo Gallifa se yergue solitaria en una curva bajo los rayos del sol.

La vitrina que debiera exhibir las rutas y horarios del transporte público se encuentra vacía, testimoniando la escasez del servicio. Aquel visitante que quisiera usarla sin información previa, se sentaría sin conocer el tiempo de espera, y éste sería eterno, pues la única ruta que llevaba a San Felíu de Codinas ha sido cancelada.

Así, la única opción para llegar al pueblo, si no se puede rentar un coche, es caminar. Gallifa se esconde del visitante espontáneo, pero está lista para sorprender a quienes superan las dificultades del trayecto.

Dónde está Gallifa

La independencia de Cataluña ha sido uno de los temas más importantes en España en años recientes. Pero este 2017 la crisis llegó a su apogeo tras un referéndum considerado ilegal por el Gobierno español y donde, con una baja participación, se declaró la independencia de la comunidad autónoma.

El conflicto llevó a el arresto de los líderes independentistas, al exilio del depuesto presidente catalán y a unas nuevas elecciones celebradas el 21 de diciembre, que dejaron como ganador a un partido unionista, pero a una mayoría parlamentaria independentistas.

La mayoría de diputados independentistas se debe precisamente a los pueblos como Gallifa en la Cataluña profunda, lugares que se han mantenido orgullosamente catalanes tanto en épocas de tolerancia como de represión.

Es en esta región donde surgió la Asociación de Municipios por la Independencia de Cataluña, que desde 2011, cuando se empieza a buscar abiertamente la secesión con España, ha sumado 764 miembros.

Gallifa es parte de ellos, pero durante varios años estuvo solo a la hora de dar el paso definitivo al declarar su secesión

Solo, como siempre lo ha estado respecto a sus vecinos, aislado en un valle donde siempre ha sido la única localidad. Al norte la montaña de Sant Sadurní, de 900 metros, y al sur el montículo del castillo la separan de los municipios vecinos.

Montaña de Sant Sadurní, GallifaPerteneciente oficialmente a la comarca del Vallés Occidental, Para llegar a Gallifa tomo un autobús a las ocho de la mañana en Sabadell, capital de dicha región, para internarme en la montaña hasta San Lorenzo Savall.

Este pueblo rodeado de bosques es el más cercano al destino final, desde ahí se debe tomar un sendero que cruza la montaña y que, bien señalizado, es parte de la extensa red de caminos rurales de Cataluña, a través de los cuales se promueve el senderismo y el respeto a la naturaleza en toda la Comunidad.

En el caso de esta ruta, rodeada de estampas de las montañas cubiertas de bosques, los caminantes son raros y tiene una dificultad moderada. Una persona en buena condición física puede alcanzar Gallifa en aproximadamente hora y media.

Desde las alturas, antes de ingresar al lugar y conocer sus historias, el pequeño pueblo ya se muestra privilegiado, en un entorno idílico ajeno al estrés urbano

La pequeña bandera española

La rebelión de Gallifa le dio una efímera fama, llevando a unas decenas de visitantes a ver en persona la muestra física de su deseo independentista.

Al entrar al pueblo la carretera se bifurca, un lado lo circunvala y otro lleva a su interior, dividiéndose en caminos cada vez más pequeños que terminan en grandes fincas, masías, plazas o que se convierten en escénicos senderos sin pavimentar donde apenas cabe una persona y que terminan por desaparecer entre árboles centenarios.

Una de estas calles finaliza frente al palacio municipal. Ahí, en la entrada principal, un tablón de anuncios al servicio del gobierno y los vecinos se muestra prácticamente vacío. La excepción son dos avisos, uno de la venta de una propiedad y otro con información caduca de la pasada fiesta del pueblo, celebrada meses antes de mi visita.

Gallifa independenciaSobre ellas, sujeta con un alfiler, un banderín con los colores de España es el único símbolo nacional que se presenta en el edificio.

Esto, hasta que uno da la vuelta y descubre un mástil a unos metros de distancia. Arriba, el viento ondea una monumental y orgullosa bandera catalana que, junto a otra con los colores municipales, humillan al diminuto símbolo patrio español.

De acuerdo al alcalde de Gallifa, la presencia del banderín, que provocó una polémica judicial, está en el edificio para cumplir únicamente la Ley de Banderas recogida en la legislación catalana, no la española.

Dado que este documento prohíbe que ningún símbolo nacional en un edificio de gobierno sea más grande que el español, que debe estar en un lugar de honor, las enseñas catalanas fueron colocadas fuera del palacio, y el emblema español fue el más pequeño que se pudo conseguir.

Esta curiosidad ha sido lo que ha atraído a algunos turistas al municipio, buscando presenciar este símbolo de rebeldía. Pocos se quedan a descubrir más a fondo una localidad, cuyo deseo de independencia se refleja también en el hecho de que ha dejado de pagar los 1,662 euros que colecta como impuesto sobre la renta.

El castillo y la virgen de la ecología

Un pueblo rebelde, es el mejor hogar para un rebelde, y eso es precisamente lo que define a Josep Dalmau, quien desde 1958 es el rector de la iglesia de Sant Pere i Sant Felíu.

Enviar a un párroco joven y con una carrera ascendente a un olvidado pueblo de montaña, no podía interpretarse sino como un exilio para un personaje que incomodaba al franquismo, pero el movimiento sólo demostró lo desconocida que resultaba la zona.

Dalmau dejó los importantes templos que había dirigido en Sabadell y Vilanova i la Geltrú, pero no dejó de ser un activista durante toda la dictadura y encontró un hogar en Gallifa, donde, además de apoyar la independencia desde hace décadas, encontró la libertad para impulsar una doctrina religiosa no del todo aceptada por la iglesia católica.

A las afueras del pueblo, viendo hacia el sur, se encuentra un montículo que los antiguos señores feudales eligieron para edificar un modesto castillo y fortificar sus dominios.

Desde el 999, de cuando data la primera referencia documental, al siglo XVI fue residencia y fortaleza. Pero terminó por ser abandonado, acogiendo únicamente la pequeña ermita de Santa María del Castell. Ésta es hoy la única construcción que el tiempo no arruinó.

Teniendo autoridad religiosa sobre la ermita en desuso, Dalmau la restauró durante la década de los 80, y en 1986 la designó como templo de la Madre de Dios de la Ecología, una advocación no reconocida por el Vaticano, también dio a Gallifa otro inesperado atractivo turístico.

En la ermita, una imagen tallada en madera del siglo XI, cuya advocación original se desconoce, funge como virgen de la ecología, y en la web del santuario se habla del movimiento naturalista desde el punto de vista cristiano.

Se invita también a visitarlo y sembrar un árbol, en vez de prender veladoras, para que éste sirva de una plegaria siempre encendida en honor a María.

Los patios del castillo son también sede de un espectáculo de luz y sonido que se celebra cada fin de semana, y cuenta con un área de camping. Los visitantes son pocos, pero no falta el barcelonés que, encantado con el cielo estrellado, obtiene permiso del guarda para pasar la noche en el lugar, bajo la condición de echar candado a la puerta al retirarse la mañana siguiente.

La advocación ecológica, sumada a la polémica presencia de una estatua de Artemisa en el patio del castillo, ha provocado que los círculos católicos más tradicionales acusen a Dalmau de promover el paganismo. Pero ni el arzobispo de Tarragona, ni el obispo de Vich han actuado para eliminar este sui generis culto.

La rebeldía de Gallifa se extiende así hasta lo religioso, con la invención de su propia virgen. Pero al ver como el Papa Francisco ha convertido a la ecología en un asunto de moral cristiana a través de su encíclica Laudato Si, surge la pregunta de si este pueblo emancipado no fue en realidad un pionero, adelantándose décadas a la lucha mundial por el respeto a la naturaleza.

Gallifa y el arte

Gallifa se rebela también contra la pérdida de la identidad. Al caminar por sus calles, las casas y fincas están perfectamente restauradas y todas respetan el estilo arquitectónico del lugar. Con fachadas cubiertas de piedra y, en algunos casos mostrando los aperos de labranza en las entradas.

La imagen que da la villa es la de haberse quedado atrapado en el pasado, pero la imagen tradicional no es sino una agradable construcción para sus escasos habitantes y para las cámaras de los turistas ausentes.

En realidad, Gallifa está lejos de oxidarse en tiempos remotos. Por el contrario acoge importantes expresiones culturales catalanas como lo es el modernismo, representado por una escultura monumental a la entrada del pueblo y que festeja su primer milenio de existencia

Asimismo, muy cerca de la iglesia, se descubre la Fundación Josep Llorens i Artigas. Éste fue un ceramista catalán amigo Joan Miró y quien, tras trabajar en París y Barcelona, eligió Gallifa como el lugar donde instalar su taller, tomando sus idílicos parajes como inspiración para su obra.

El propio Miró, el más reconocido artista contemporáneo catalán, visitó el municipio en varias ocasiones para componer su obra en alguno de los tres hornos de cerámica del taller de su amigo. Destaca el que de aquí surgieron los murales del sol y la luna, creados para la sede de la UNESCO y que recibieron un premio Guggenheim en 1958.

Tras la muerte del artista, su hijo conservó el taller como un espacio para exhibir el trabajo de su padre, y organiza estancias para estudiantes y artistas contemporáneos que pueden aprender y crear su obra en las instalaciones locales: uno de los pueblos más pequeños de Cataluña es así una capital para la alta cultura y aspira a encontrar al próximo gran artista catalán. Para visitar el lugar es necesario agendar una cita por teléfono.

Gallifa y el motociclismo

Gallifa se rebela finalmente contra su propia desaparición. La pérdida de habitantes, el envejecimiento de la población y el abandono son amenazas a las áreas rurales de España y el mundo. Pero este municipio, cuyo récord de población llegó en el siglo XIX con 337 habitantes, logró frenar la emigración que los llevó a un peligroso número a la baja de 55 en los años 70.

Sin ser nunca un imán para las masas, la personalidad, tradición y belleza de Gallifa lo han llevado a sumar hoy más de 200 habitantes, de los cuales un 51% es el que ha participado en las elecciones y referéndums que los han llevado a declararse independientes. La opinión del restante 49%, que ni siquiera se presenta a las urnas, queda como un enigma escondido tras la peculiaridad de su pretendida emancipación.

Entre las personas que hoy viven en Gallifa, y que han traído esta reciente multiplicación de sus habitantes, se encuentran inmigrantes tanto de otras provincias españolas, como de lugares tan lejanos como Uruguay.

Sin importar su origen, todos dicen sentirse profundamente catalanes. A pesar del aumento, el cementerio tras la iglesia de Sant Pere es tan pequeño que se recorre en tres zancadas, sin que se haya pensado extenderlo.

Gallifa desde la iglesia por Francisco Fontano

La población también aumenta temporalmente al inicio de la primavera, cuando el municipio se rebela ante la calma campirana y acoge el rugir de los motores con una carrera de motociclismo, puntuable en las copas catalanas, y que trae a la solitaria localidad a los mejores exponentes locales de este deporte.

Así las familias que lo han habitado por generaciones, los recién llegados y los visitantes ocasionales completan la estampa de este pueblo, que se resiste a aceptar definiciones y que sorprende con las historias que lo hacen especial.

Fin del viaje a Gallifa

Fuera del núcleo urbano, más del 50% de Gallifa está cubierto de bosques, el mejor homenaje a la virgen ecológica que veneran. Escondidas entre los árboles,  aún es posible encontrar algunas ermitas que servían a los campesinos en el medievo y que llevan siglos en desuso.

Los senderos que llevan a ellas se convierten en nuevos caminos que llevan de vuelta a los más grandes poblados vecinos, donde se puede encontrar algún transporte con rumbo a las grandes ciudades.

En algún punto de esas sendas, se cruza la frontera invisible que limita a los municipios. Al hacerlo, el visitante que emprendió esta aventura abandona la pequeña extensión de la Cataluña independiente y, sin darse cuenta, vuelve a España.