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El reinicio del turismo viene con variados esfuerzos de transformación, y uno de ellos pasa por usar medios de transporte más sustentables.

Por ello en Europa, donde las redes ferroviarias cubren parte importante de los territorios, el tren se presenta como una de las opciones más amigables con el medio ambiente para viajar.

Su mayor problema para competir con los aviones, es el costo, pero en un esfuerzo para convertirse en una opción de viaje low cost, ha surgido un servicio que enlaza tres de las capitales más bellas de Europa Central.

Viena, Praga y Budapest son las ciudades conectadas por este nuevo tren, en un servicio ofrecido por la compañía checha Regiojet.

La empresa ya daba servicio entre Praga y Viena, el cual fue suspendido a raíz de la crisis del coronavirus, pero una vez que las restricciones comienzan a aliviarse, lo ha retomado.

La novedad, es que ahora el servicio se extiende, para llegar hasta Budapest.

Aunque los precios varían de acuerdo a la fecha y hora, los boletos entre Viena y Praga se pueden encontrar a un costo tan bajo como de 9 euros.

El boleto hasta Budapest puede encontrarse en 15 euros, y ambas tarifas compiten con las de aviones de bajo costo.

Los trenes incluyen servicio de Wi-fi y reserva de asientos, los boletos de clases más altas van sumando servicios.

La duración del viaje puede llegar a ser de 7 horas, pero es una gran opción para los viajeros responsables que prefieren moverse disminuyendo su impacto con el medio ambiente.

De los tres países que conecta este servicio de tren low cost por Europa dos están haciendo cambios pata impulsar un turismo diferente.

Praga apuesta por una recuperación sostenible, mientras que Austria comenzará a prohibir los vuelos cortos de su aerolínea, Austrian Airlines, debido a su alto impacto medioambiental.

Además de esta ruta de trenes, RegioJet ofrece también un servicio de ultra bajo coste que permite viajar por la República Checa por tan solo 3 euros.

En Europa existe la propuesta de que parte de la recuperación verde incluya trenes de ultra rápida velocidad que ayuden a disminuir el uso de aviones y autos.

Praga, la capital de la República Checa, es una de las ciudades más afectadas por el turismo de masas en Europa, pero ve en la recuperación post Covid-19 una oportunidad de un futuro más sostenible.

Así, el país busca obtener algo positivo de la crisis, que se calcula le costará al país $5 mil millones de euros en ingresos perdidos por la falta de visitantes.

La República Checa fue uno de los primeros países de Europa que cerró completamente sus fronteras, y apenas a finales de mayo comenzaron a permitir la entrada de visitantes de sus cuatro países vecinos: Alemania, Austria, Eslovaquia y Hungría, solo para viajes de negocios.

En el corto plazo, no se piensa reabrir al turismo internacional, y es muy probable que la temporada alta del verano terminé sin recibir viajeros.

Rescatando la industria turística

Para rescatar dentro de lo posible la temporada, el gobierno de Praga ha preparado un plan para atraer al turismo nacional.

La idea es que los checos de otras ciudades, viajen a conocer su capital, y para animarlos se tiene un fondo de 9.3 millones de euros.

Centro histórico de Praga sin gente

Con ello, se busca ayudar a los viajeros nacionales a cubrir el costo de las atracciones y del hospedaje, y con ello mantener vivos los sectores de la cultura y la hostelería.

Aunque el turismo nacional no será sino una fracción de los 6.8 millones de extranjeros que visitaron la República Checa en 2019, su presencia generará otros beneficios, y son parte de un plan para impulsar el turismo sostenible en Praga.

Los males del turismo masivo

“El impacto será terrible, pero la crisis nos ha dado espacio para respirar”, dijo el alcalde de Praga, Zdenek Hrib, al portal Balkan Insights.

Así se luchará contra el turismo masivo que “se está comiendo a la ciudad por dentro”.

Praga, como otras ciudades europeas, recibe tantos visitantes que estos inundan las calles de su centro histórico, superando con creces la cantidad de habitantes locales que hay en ella.

Con este tipo de turismo, los departamentos han subido de precios, desplazando a los praguenses a las afueras y siendo remplazados por Airbnb.

Mamá e hija caminan por una Praga sin turistas

Asimismo, tiendas de souvenirs han remplazado a los negocios que la gente local necesita para su vida diaria, y las cocinas tradicionales se ven remplazadas por lugares de comida rápida que se disfrazan de gastronomía checa y seducen a los no conocedores, acabando con negocios tradicionales.

La esperanza del gobierno de Praga, es que un verano con puros visitantes checos cambie la balanza.

“El turismo doméstico va a apoyar negocios genuinos” opina Hrib, “El resto sufrirá grandes pérdidas. Y como ciudad, no vamos a dar apoyo a los negocios que se enfocan únicamente en los extranjeros”.

Asimismo, quienes busquen pasar la noche en un Airbnb, no se beneficiarán de los subsidios que se darán a los visitantes.

Con ello se espera que muchos departamentos vuelvan a ofrecerse a la renta a los habitantes de Praga, y que con ello los precios estratosféricos que se venían pagando, tengan una notable reducción.

Los daños de Airbnb a las comunidades donde se ubican sus pisos ha llevado a que surjan alternativas como Fairbnb.

Un cambio a largo plazo

La crisis del coronavirus, puede tener estos beneficios en el corto plazo, pero Praga tiene un plan para la sostenibilidad a largo plazo.

Se busca principalmente, que el centro histórico deje de ser un museo invadido por turistas, y que además de dar una gran experiencia a los extranjeros, se de calidad de vida a sus habitantes.

El plan se ha trazado consultando a los praguenses y a los emprendedores turísticos, y uno de sus principales blancos es cambiar la vida nocturna.

Se busca mudar estos negocios, a zonas donde no provoquen molestias a los habitantes de la ciudad.

Además, se construirá infraestructura deportiva y cultural en otras áreas de Praga, para animar a los visitantes a recorrer otras áreas y no concentrarse en el centro, y se pondrán reglas al transporte turístico.

También se crearán nuevos productos enfocados al turismo lento, y a aquellos que están interesados en la cultura local, un tipo de visitantes que suelen dejar mayor derrama económica y tienen una mejor relación con el destino que los viajeros de pisa y corre.

Se revisarán también las reglas de impuestos, de modo que estas beneficien a la ciudad y sus habitantes y no a Airbnb, y se fomentará la comunicación entre turistas y locales para que tengan una mejor relación.

Por último se garantiza que las ganancias que traiga el turismo, se van a invertir en el mantenimiento y mejora del patrimonio cultural.

Si todo sale como se planea, Praga tendrá pronto una imagen muy diferente, que beneficiará a todos.