Un espectáculo de música, color y tradición fue lo que vivimos en el Carnaval de Milpa Alta que se inauguró el día de ayer con una gran celebración que además nos permitió conocer nuevos lugares de este sur rural de Ciudad de México.
Coincidiendo con el inicio de la Pascua, la cita para participar en este extemporáneo carnaval era a las dos de la tarde en la iglesia de San Agustín el Alto, uno de los siete barrios que componen Villa Milpa Alta.
Hacia allí puse rumbo y, llegué con la guía de los siempre amables habitantes del lugar que, al vivir sin el estrés de la gran ciudad, siempre tienen una sonrisa, una conversación y tiempo de acompañar a los visitantes.
El barrio se encuentra muy lejos, según me dicen, aunque esto es completamente cuestión de perspectiva, pues las 8 cuadras que recorro a pie me parecen una distancia pequeña.
Llegando a San Agustín el Alto, donde nunca antes había estado en mis visitas a Milpa Alta, me doy cuenta de que se trata de un lugar privilegiado.
Su iglesia se encuentra en uno de los puntos más altos de la villa, y desde su atrio se tiene un hermoso mirador desde donde se ve al resto de Milpa Alta, destacando especialmente la cúpula azul de la cercana iglesia de La Conchita, así como los cerros verdes que, contrario a los del resto del Valle de México, permanecen libres de urbanización.
Mientras mis ojos se recrean con la vista, las celebraciones del carnaval ya han comenzado. Cada barrio de la delegación es representado por una comparsa, que vienen del estado de Morelos. La primera en participar es la que representa a San Agustín el Alto, el barrio organizador.
La banda se dirige al interior de la iglesia, y ahí interpretan música para el santo, al terminar de rendir honores de este modo caminan hasta el atrio, que presumen es el más grande de los siete barrios y son presentados oficialmente por una de las princesas o por la reina del carnaval.
Una a una, las bandas del resto de los barrios van llegando, interpretando música a lo largo de todo su recorrido, antes de llegar por una de las varias puertas de la iglesia y repetir el ritual de saludar al santo y luego ser oficialmente presentados.
Tratándose de una fiesta, no hay un momento sin música, y mientras se espera a que vayan llegando el resto de las comparsas, cada uno de los grupos ya presentes va tomando turnos para ir tocando melodías, que el público disfruta mientras se refrescan con las nieves que se reparten gratuitamente.
Esto se extiende hasta las 3:45 de la tarde, cuando el momento culminante de el primer día del carnaval tiene lugar.
El jefe delegacional, Jorge Alvarado, acompañado de su esposa y de dos niños vestidos de gala, hacen la coronación oficial de las dos princesas y de la reina, Berenice Mendoza Islas, quien, representando a toda la comunidad da un discurso sobre la historia de Milpa Alta.
Momentos después, todo el público sale de la iglesia, la reina y sus princesas abordan su carro alegórico y comienzan el recorrido por las calles de Milpa Alta, donde a cada paso que dan se encuentran con vecinos que salen de sus casas o negocios a ver su paso, y de niños que buscan recoger los dulces que van regalando en su recorrido.
Detrás de ellas, van una a una las bandas de cada uno de los barrios, todas interpretando al unísono el son del chinelo.
Caminar entre los músicos y escuchar esta festiva música que llena todo el ambiente es una experiencia que por si vale el viaje al carnaval de Milpa Alta, pero no lo es todo.
Cada banda es acompañada de decenas de personas que bailan al ritmo de la melodía, y si el ver a todo un pueblo unido y bailando al unísono este son que une a niños, jóvenes, adultos y ancianos, más espectacular es aún por la presencia de trajes tradicionales.
Ya sea el vestido típico de las mujeres y hombres del altiplano, los coloridos trajes de los chinelos o los enmascarados huehuenches, que por cierto fueron los primeros introducidos a un carnaval desde el año de 1964, lo cual los convierte en una de las principales tradiciones locales.
Entre todos los grupos, destacan los bailes de las tlacualeras de Santa Ana Tlacotenco, que traen danzas típicas prehispánicas que mantienen como tradición.
El recorrido de los carros alegóricos y las comparsas va por buena parte de la delegación y se convierte para el visitante en un paseo para ver buena parte de las calles de Milpa Alta.
A su fin, comida y bebida en decenas de puestos invitan a seguir la celebración y probar la gastronomía local.
El carnaval de Milpa Alta se extiende por cinco días, y la próxima fecha clave es el miércoles cuando se haga un concurso para elegir a la mejor comparsa.
Para los viajeros en ruta de experiencias auténticas que descubran la cultura mexicana, visitar esta fiesta, una de las más importantes y a la vez menos conocidas de la Ciudad de México, es una oportunidad que no se debe perder.
Yo por mi parte estoy muy alegre de haber sido parte de ella.
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