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El Zócalo de la Ciudad de México es el punto de referencia más importante de la capital, sin importar si eres un viajero o un local.

Si bien no es el centro geográfico, si es el punto alrededor del cual se desarrolló la ciudad, y ha sido su espacio más importante y su centro político tanto en la antigua Tenochtitlan, como en la colonia y en el México independiente.

A su alrededor se encuentran varios lugares muy importantes como la Catedral o el Palacio Nacional, que sí o sí debes incluir en cualquier itinerario por la Ciudad.

Curiosamente, y aunque todos lo llamamos así, Zócalo no es el nombre real del lugar, que oficialmente lleva por nombre Plaza de la Constitución.

Para saber como empezó a llamarse Zócalo, tenemos que hacer un viaje al Siglo XIX, un viaje que, regresando a nuestro presente, te permitirá saber el por qué de una curiosidad de la plaza, la cual pasarás por alto si no te fijas.

¿Por qué se llama Zócalo?

En 1843, Antonio López de Santa Anna pretendió levantar un monumento a la independencia de México en la Plaza de la Constitución en la capital del país.

Para levantar esta columna, se demolió el mercado del Parián, que hasta el siglo XIX estuvo en la plaza central de México, y en su lugar se colocó un zócalo, la base redonda sobre la que se levantaría el monumento.

El proyecto estaba a cargo del prestigioso arquitecto Lorenzo de la Hidalga, sin embargo, la base de 30 centímetros de altura y 8 metros de diámetro fue lo único que llegó a construirse.

Dibujo del proyecto del monumento a la independencia de Lorenzo de la Hidalga, que le dio el nombre de Zócalo a la Plaza de la Constitución de CDMX

La inestabilidad política y los problemas financieros impidieron avanzar más en el proyecto que, iba a ser coronado por un ángel.

El solitario zócalo se convirtió en un punto de referencia para los capitalinos, que se citaban allí para encontrarse, y desapareció finalmente en 1878, cuando Antonio Escandón donó un kiosco iluminado con candelabros de hierro y similar en estilo a uno en el Bois de Boulogne de París.

Pese a desaparecer bajo el kiosco, el Zócalo se había convertido en un punto de referencia tan importante, que su nombre pervivió para identificar no solo a esta, sino a cualquier plaza central en las ciudades de México.

El redescubrimiento del Zócalo

El zócalo original quedó en el olvido, y los pocos que conocían su historia pensaban que nada quedaba de el, sin embargo, bajo los pies de los miles de personas que cada año caminan por la plaza, este esperaba.

Finalmente, en 2017 el Gobierno inició un proyecto de remodelación del Zócalo CDMX, con el objetivo de extender la superficie peatonal y darle un nuevo pavimento.

Arqueólogos mexicanos descubriendo el auténtico Zócalo de Ciudad de México

Gracias a estos trabajos, el zócalo original fue redescubierto, y por unos pocos días volvió a ver la luz del sol.

Se le encontró a un costado del asta bandera monumental que se levanta al centro de la plaza, y que dañó parte de su estructura al ser colocada.

Descubrir el auténtico zócalo de la Ciudad de México fue una noticia que emocionó a los capitalinos, sobre todo a los amantes de la historia, pero su resurgimiento fue breve.

Una vez que los arqueólogos lo estudiaron y fotografiaron, volvió a ser enterrado bajo diversas capaz de materiales para protegerlo de nuevo.

Sin embargo, su breve resurgir en este siglo, esta vez si dejó una huella que todos los viajeros en ruta por la Ciudad de México pueden descubrir.

En la superficie, se colocó una marca de metal que señala exactamente el lugar donde la estructura se levantaba, así como la forma que tenía.

Imagen aérea del auténtico zócalo de la CDMX

Así, cuando camines por el Zócalo CDMX, fíjate en tus pisadas, y cuando encuentres este detalle, sabrás que esta señal esconde toda una historia, una que parece pequeña, pero que es tan importante que dio significado a una palabra para millones de mexicanos.

Vale la pena fijarte en el mientras paseas por la ciudad y descubres lugares como esta ruta por las Iglesias del Centro.

Esta vez, el auténtico zócalo de la Ciudad de México, no será olvidado.

 

Mucho antes de que lugares como Tenochtitlan, Texcoco o Cuicuilco se desarrollaran, el Valle de México fue habitado por megafauna prehistórica, y los vestigios de este pasado pueden descubrirse en varios rincones de Ciudad de México.

Uno de los animales que dominaron el antiguo ecosistema de lagos de la hoy capital de México, fueron los mamuts, cuyos restos han resurgido de tiempo en tiempo al hacer excavaciones en el suelo de la urbe.

El más accesible de ellos, es el mamut de metro Talismán, que puede ser visto en esta parada de la línea 4 del metro capitalino, pero que es poco conocido.

La mayor parte de la gente sabe que el símbolo de la estación, ubicada al norte de la Ciudad, es uno de estos elefantes prehistóricos.

Pero pocos han escuchado su historia, y mucho menos se han acercado a contemplarlo.

Buscando descubrir los secretos de la capital, hicimos el viaje para visitarlo.

Mamuts en el Valle de México

Antes de que las acciones del hombre destruyeran el ecosistema que caracterizaba al Valle de México, el espacio hoy cubierto por la megalópolis de la CDMX era un espacio cubierto de cinco enormes lagos.

Información del mamut del metro Talismán

Estos eran Zumpango, Texcoco, Chalco, Xochimilco y Xaltocan.

El ambiente era ideal para que no sólo el hombre, sino cientos de especies animales vivieran y se protegieran de los cambios climáticos de otras regiones.

Ahí, los humanos aprendieron a cazar a los mamuts, que se convirtieron en una de sus principales fuentes de alimento y que solían quedar atrapados en el fango de las riveras, donde era posible matarlos.

El suelo también ayudó a la conservación de sus restos, que se han hallado incluso en Milpa Alta.

Este 2019, se descubrió en Tultepec una trampa de mamuts, la primera en el mundo y que nos dio evidencia de como el hombre prehistórico lograba atrapar a estos animales.

Pero aunque este descubrimiento es el más importante al día de hoy, no es el primero que se da.

Mamuts en el metro CDMX

Hubo un tiempo en que la Ciudad de México apostaba por un transporte rápido, de alta capacidad y limpio, el metro, cuyo plan maestro se abandonó en el año 2000, fecha desde la cual apenas ha crecido pese a ser la columna vertebral de la movilidad en las grandes ciudades.

Descubrimiento del mamut de Milpa Alta

Las excavaciones para construir este sistema, han llevado a cientos de hallazgos arqueológicos, y uno de ellos es la aparición de restos de megafauna prehistórica, entre ellos, los mamuts.

El primero que se descubrió fue en la zona de Ticomán en 1978, donde se construía el Metro Indios Verdes, y fue un hallazgo especial, pues se trató de los restos de una madre embarazada, que tenía a su cría en el útero.

Desde entonces, han aparecido trece ejemplares en lugares como Pantitlán, Garibaldi, Tacubaya, Viveros, La Raza, Hangares, El Rosario, San Joaquín y Tezozómoc.

El hallazgo más importante es el de más de 400 ejemplares que fueron descubiertos mientras se realizaba la remodelación del aeropuerto de Santa Lucía, los cuales se exhiben en el Museo del Mamut del AIFA.

Pero más allá de esta nueva oferta cultural, los restos de mamut en el metro Talismán fueron los únicos que los viajeros en ruta por la capital podían descubrir, y siempre será el primero que permitió a la gente conocer como era el Valle de México en el pleistoceno.

El Mamut de metro Talismán

La línea 4 del metro es la más corta del sistema, la de menos afluencia y la única que no tiene estaciones subterráneas.

mamut Talismán

Además, es la primera cuyo proyecto original quedó trunco (debía llegar hasta Santa Ana, al sur de la ciudad, con el potencial de extenderse hasta Villa Coapa), siendo que desde entonces no se ha terminado ninguna de las otras líneas 9 de metro.

Ahí, mientras se comenzaba a trabajar para construir la estación Talismán, se encontraron los restos de un mamut, y el INAH hizo hasta 1980 trabajo de salvamento y estudio de sus restos.

Se descubrió que fue un animal que vivió en el Valle de México en la era cenozóica, entre 10,000 y 12,000 años antes de desenterrarlo.

También se supo que era un ejemplar que murió joven, y que pertenecía a la especia mamuthus imperator, su fallecimiento no fue producto de la acción humana.

El hallazgo fue tan llamativo, que el mamut fue elegido como el logotipo de la estación, colocándolo con la trompa hacia arriba, lo cual es un símbolo de buena suerte en varias culturas.

Al abrirse la estación al público, en 1981, los restos del mamut fueron colocados bajo un domo, y los puedes ver en el acceso oriente.

Lo que pocos saben, es que en realidad se trata de tres mamuts, pues los restos estaban incompletos, y se buscaron las piezas faltantes en otros ejemplares para montar la exhibición y mostrar al animal a los pasajeros tal cual era.

Viaje a conocer el mamut de Talismán

La zona me queda muy lejos, y como muchos, no sabía que la estación Talismán exhibía los restos de un mamut hasta que mi novia Ariadna me lo contó.

Desde entonces quise ir a conocerlo, y finalmente, tuve la oportunidad de acercarme a la zona para descubrir este secreto de la CDMX.

Es uno de los pocos espacios de interés en una parada localizada en una zona industrial, pero que espera a los curiosos.

Lamentablemente, el estado del domo no permite apreciar bien al mamut, pues el paso de los años y la falta de mantenimiento ha provocado que se vuelva opaco, y hacen que sea muy difícil apreciar los huesos.

El material acrílico, tampoco facilita las fotografías, pues la luz del sol y de la iluminación de la estación se reflejan en todos los ángulos.

Todo esto provoca que el viaje para conocer el mamut de metro Talismán sea un tanto decepcionante, pues es imposible contemplarlo bien.

Sin embargo, vale la pena conocer su historia, y difundirla para saber como México fue tierra de mamuts.

Cerros Ciudad de México

Tras ver los restos del mamut, lo que en el anden elevado de la estación Talismán, se obtiene, eso si, una bella fotografía de los cerros al norte de la CDMX, que pueden disfrutarse desde este mirador.

Su futuro

La baja afluencia de pasajeros en la estación Talismán, la menos transitada del sistema, y su ubicación a la entrada del metro, es ideal para el mamut, pues las temperaturas estables ayudan a su conservación.

Aún así, el mamut quiere dejar el olvido y ser más conocido no solo por los capitalinos, sino por todo viajero interesado en la paleontología.

Por ello, de acuerdo al portal La Silla Rota que entrevistó a Vanessa Bohórquez, responsable del área de cultura del metro CDMZ, existe un proyecto para recuperar el mamut de Talismán.

El domo que cubre al mamut del metro Talismán hace casi imposible verlo

Esto es importante debido a que es el ejemplar de más fácil acceso para la ciudadanía, y por tanto una excelente oportunidad para difundir el saber sobre ellos.

El plan consiste en mejorar la museografía para poner cédulas informativas, elevar la plataforma donde se exhibe, mejorar la iluminación y, por supuesto, cambiar el desgastado domo por un material que permita ver los huesos.

De momento, no hay fecha ni presupuesto para iniciar este proyecto educativo y turístico que regrese al mamut en el metro al lugar que merece.

México tiene un nuevo Patrimonio de la Humanidad, se trata del Valle de Tehuacán-Cuicatlán, uno de los 19 nuevos sitios que ingresan a la prestigiosa lista de la UNESCO en 2018.

Ubicado en los estados de Puebla y Oaxaca, el Valle de Tehuacán-Cuicatlán fue ingresado a la lista como un bien mixto, esto quiere decir que destaca tanto por sus características naturales como culturales.

Únicamente 38 de los 1092 patrimonios de la humanidad en el mundo son bienes mixtos, lo cual convierte a Tehuacán-Cuicatlán en un lugar muy especial.

Para la UNESCO el nuevo Patrimonio de la Humanidad en México es el hábitat originario de Mesoamérica.

La región cultural donde las más grandes civilizaciones precolombinas se desarrollaron habría nacido en este espacio, ya que aquí se tienen las primeras evidencias arqueológicas de la domesticación del maíz.

Ese hecho cambió la historia de México al nacer uno de los elementos básicos de la cultura del país.

Los restos de esta domesticación y de los inicios de la agricultura son uno de los mayores atractivos del Valle de Tehuacán-Cuicatlán, que tras este nombramiento se coloca en el mapa de los viajeros.

A lo largo de la que también es una reserva de la biosfera se encuentran pozos, canales, presas y acueductos que son los mas antiguos de América.

El origen de Mesoamérica está en el Valle de Tehuacán-Cuicatlán

Las pinturas rupestres también nos recuerdan que aquí nació lo que evolucionaría para siglos después convertirse en civilizaciones como la mexica, maya, zapoteca u olmeca.

Conoce también las pinturas rupestres de La Pintada, Sonora.

Sin embargo, el Valle es mucho más conocido por su valor natural.

Se trata de la zona árida con mayor biodiversidad de Norteamérica, y curiosamente también es la más pequeña, con una extensión de 490 mil 186 hectáreas.

Los cactus son el principal atractivo del lugar, pues se pueden encontrar 86 especies de estas, de las cuales el 11% son endémicas, es decir, no viven en ningún otro lugar.

Por su concentración, esta es la zona con los bosques de cactáceas mas densos del planeta, y también es uno de los más impresionantes por el tamaño que estas alcanzan.

Hay especies que llegan a medir hasta 20 metros de altura, y del mismo modo biznagas y patas de elefante son otras especies desérticas que aquí alcanzan alturas del doble a las que tienen en el resto del país.

La UNESCO considera que nuestro Valle de Tehuacán es esencial para la preservación de los cactus, que están en grave riesgo de extinción en el resto del mundo.

El Nuevo Patrimonio de la Humanidad en México ya había intentado ingresar a la lista en 2017, pero fue rechazado.

En aquella ocasión los documentos enviados por el país carecían de un plan de manejo de las zonas arqueológicas que garantizaran su conservación.

Además, la UNESCO solicitó reforzar los argumentos para justificar el valor ambiental del área y desarrollar un plan de turismo sostenible para el previsible aumento de visitantes, mismo que debía involucrar a las comunidades locales.

Dichas deficiencias ya fueron corregidas, por lo que México festeja el tener este nuevo espacio único en el mundo.

Visitas al Valle de Tehuacán-Cuicatlán

Como todo Patrimonio de la Humanidad, el Valle de Tehuacán-Cuicatlán se convertirá en un destino para los viajeros en ruta por México.

Cactus en el valle de Tehuacán-Cuicatlán

Sin embargo, las visitas están controladas al tratarse de una reserva natural.

Para visitar el área se requiere ser acompañado por un guía certificado por las secretarías de turismo de los estados.

Los recorridos organizados permiten acercarse no sólo a conocer los bosques de cactáceas y las zonas arqueológicas de la zona.

También hay paseos especiales para contemplar de la vida animal, como lo son las colonias de guacamayas verdes, búhos cornudos o águilas reales, esta última símbolo de México.

Dentro del Valle existen tres localidades, desde las cuales se pueden organizar los viajes.

La más importante es Zapotitlán que tiene un Museo Paleontológico y el Jardín Botánico Helia Bravo Hollis.

San Juan Raya y Purrón son los otros pueblos del valle.

Con este Nuevo Patrimonio de la Humanidad, México ya tiene 35 sitios en la lista de la UNESCO.

Dos de ellos son mixtos, siendo Calakmul el que acompaña a Tehuacán-Cuicatlán con esta designación.

Iztapalapa, una de las alcaldías con menos turismo de Ciudad de México, busca atraer a más viajeros y por ello acaban de inaugurar la ruta dos del Iztapabus.

Se trata del transporte que recorre los atractivos turísticos de Iztapalapa y que este 8 de abril tuvo su primer recorrido.

La ruta dos del Iztapabus tiene como destino principal el Cerro de La Estrella, uno de los símbolos más reconocidos de la delegación por ser la sede de la pasión de Cristo en semana santa, pero que tiene mucho que ofrecer el resto del año.

Además, permite conocer algunos puntos del centro de la delegación, desde donde parte el recorrido que se llevará a cabo tres veces cada domingo, a reserva de que su éxito permita aumentar las frecuencias.

A la inauguración de la ruta, donde fuimos acompañados de decenas de vecinos de Iztapalapa, acudieron representantes de cultura así como Dione Anguiano, jefa delegacional.

En los discursos se celebró como se está logrando aumentar el perfil turístico de Iztapalapa, tanto para que los propios habitantes de la demarcación la conozcan, como para que visitantes del resto de la ciudad y el país puedan apreciarla.

Es una iniciativa que, a la manera del Cuajibús, lleva a los viajeros a conocer toda la CDMX

Ruta dos del Iztapabus

Murales delegacionales

El punto de reunión para empezar el recorrido es el edificio delegacional, donde antes de abordar el transporte los viajeros por Iztapalapa son invitados a pasar a la sede de gobierno.

Ahí, en la planta principal, se aprecia el mural “Iztapalapa: ayer, hoy y siempre”, una obra de Francisco “Pancho” Cárdenas, quien estuvo personalmente acompañando a los primeros viajeros de la ruta para presentar su trabajo.

El Fuego Nuevo es el tema principal de este trabajo que ocupa las cuatro paredes del recinto, y que, terminado en 2003, es uno de los ejemplos más recientes de la tradición del muralismo mexicano.

El panel principal del mural muestra su encendido, mientras que uno de los laterales representa las procesiones que se hacían para llevar a cabo esta importante ceremonia que se realizaba cada 52 años.

Cuitlahuac, el penúltimo tlatoani mexica y que antes de gobernar Tenochtitlan lo hizo sobre la antigua Iztapalapa, también precide uno de los páneles, mientras que el último de ellos escenifica el violento encuentro entre españoles y mexicas.

Archivo histórico, monumento a Cuitlahuac y predio de la Pasión

Al salir de la delegación tras contemplar este mural, el recorrido debe pasar por dos puntos de interés en el zócalo de Iztapalapa. Por un lado el archivo histórico delegacional donde los documentos que guardan su historia están resguardados para vecinos e investigadores.

Por el otro se encuentra la estatua de Cuitlahuac, obra de Hermilo Ramírez e inaugurada en 1976. Sin embargo, por varias obras que se hacían en la plaza, fue obligado saltarse ese punto del recorrido.

Por ello abordamos directamente los transportes del Iztapabus, que nos esperaban a un costado de la delegación para llevarnos al Cerro de la Estrella.

En este momento se cuenta con dos camiones para dar el servicio, pero el objetivo es tener tres en el corto plazo para poder atender a muchos más visitantes interesados en conocer los atractivos de Iztapalapa.

La distancia entre el centro delegacional y el cerro es pequeña, y al poco ya pasamos junto al Predio de la Pasión, donde se erigen tres cruces enormes que cada año son escenario de el momento culminante de la presentación.

Es triste saber que, debajo de ellas, una plataforma piramidal, tan ancha como la pirámide de la luna de Teotihuacán descansa enterrada escondiendo sus secretos, pero se ha decidido no desenterrarla para no afectar la fiesta de la Pasión.

Tal vez mover la representación a un montículo cercano permitiría hacer la exploración de este monumento que podría dar mucha información del México prehispánico y convertirse en un nuevo e importante atractivo turístico para Iztapalapa, mismo que atraería incluso a visitantes extranjeros.

Pero por el momento, la cosa no cambiará y el iztapabus no para en el lugar, pues su siguiente objetivo se encuentra ya subiendo al cerro.

Museo Fuego Nuevo

Además de inaugurar la ruta dos del Iztapabus, el día también sirvió para reinaugurar el Museo Fuego Nuevo.

El pequeño recinto fue abierto hace veinte años para mostrar la historia de Iztapalapa, y exhibir las piezas arqueológicas descubiertas en el cerro.

Además de su exhibición permanente, tiene una sala para temporales, que en este momento es una exposición fotográfica de la cultura del pulque.

El museo Fuego Nuevo fue inaugurado con toda alegría. Música de una orquesta sinfónica además de un grupo de bailarinas tradicionales llenaron de colorido la ocasión con una interpretación de la mayor calidad.

 

Esta, no fue sino la primera de varias sorpresas que tenía el recorrido y que enriquecieron la visita.

Antes de volver a abordar los autobuses, hubo dos paradas en los alrededores del museo, primero en la cueva de zopilocalco, que se encuentra a espaldas de éste.

Esta no es sino una de las decenas de cuevas que se encuentran en el Cerro de la Estrella, y es sin duda la más accesible de todas.

Zopilocalco quiere decir “En la casa del Zopilote” y se dice que en algún momento ahí estaba el nacimiento de un manantial hoy desaparecido.

En los alrededores de la cueva se pueden encontrar petroglifos, y en su interior se colocaron esculturas que rinden homenaje a los dioses prehispánicos, todas obra de artesanos de Iztapalapa.

La otra novedad es que, en la antes vacía explanada del museo, ahora cada domingo habrá un pequeño mercado de artesanías.

Comerciantes locales ofrecerán sus productos tradicionales para quienes viajen en el Iztapabus o bien para quienes visiten la zona de manera independiente.

La cima del Cerro de la Estrella

La siguiente parada es la cima misma del Cerro, donde se encuentra un segundo basamento piramidal hoy llamado Teocalli.

Se trata de un lugar ceremonial que alguna vez tuvo un templo en su cima, pero que fue destruido en el siglo XVI en un esfuerzo por detener el culto a los dioses prehispánicos y en particular la ceremonia del Fuego Nuevo.

Hoy, el basamento es uno de los secretos mejor guardados de Ciudad de México, pues está completamente fuera de las rutas turísticas.

A pesar de ello, el lugar ofrece un importante monumento arqueológico, el cual no se ha investigado a fondo, y ofrece una de las mejores vistas de la capital.

Es una de las cinco zonas arqueológicas de la CDMX.

Ahí, tenemos nuestra segunda sorpresa, pues un grupo de danzantes hacen una representación de lo que era la Ceremonia del Fuego Nuevo, así que por varios minutos el ritmo del tambor y de los cascabeles me hacen viajar en el tiempo.

 

A pocos pasos de ahí, tomando el camino de vuelta hacia abajo, se llega a la última parada de la ruta dos del Iztapabus, el mirador Tlachieloni.

Este lugar es también un hermoso mirador que por su posición permite contemplar el sur y el poniente de Ciudad de México, destacando el Ajusco, Ciudad Universitaria y Santa Fe.

El nombre que se le dio es la palabra en náhuatl para “El que todo lo ve”.

Años atrás yo estuve en el Cerro de la Estrella y era un lugar mayormente abandonado, hoy, esta iniciativa ha hecho que este pequeño mirador sea arreglado con bancas para convivir en familia y con un puesto de comida para reponerse del paseo.

Además, en un escenario se presentó un grupo musical, Boceros, que interpreta música tradicional mexicana con un toque contemporáneo y que fue acompañado de dos bailarinas que recreaban danzas indígenas.

La música y el espectáculo fue de la mejor calidad, e invitaron a quedarse hasta el final del concierto, la promesa es que cada domingo habrá eventos culturales, y que todos ellos serán de gente formada en las diferentes casas de cultura de Iztapalapa, mostrando todo lo que la alcaldía puede ofrecer.

 

El Cerro de la Estrella es también una zona con fama de insegura, y por ello la iniciativa tiene doble valor, pues al impulso turístico que recibirá Iztapalapa también se suma el rescate de espacios públicos que, como dijo Dione Anguiano, es un factor importante para abatir la delincuencia.

Finalmente, quedó la promesa de nuevos proyectos a futuro.

Por un lado, se trabaja ya en una tercera ruta para el Iztapabus, que se debe abrir en próximos meses y tendrá como punto principal el Museo Cabeza de Juárez.

Por el otro está la promesa de que pronto se rentarán bicicletas de montaña para recorrer el cerro de la estrella y poder explorarlo como área natural.

Ésta no es la primera vez que Iztapalapa sorprende con su oferta turística, pues más temprano este año la Central de Abasto recibió un premio en Madrid por su oferta a viajeros.

Valiosas iniciativas que rescatan el espacio público y natural, impulsan el turismo, y que deben combinarse con la eliminación de los asentamientos irregulares que amenazan el espacio.

Información práctica

Ruta dos del Iztapabus.

Salidas los domingos frente al edificio delegacional a las 10:00, 12:30 y 15:00

Informes y reservaciones: 54451160

Uno de los más grandes tesoros arqueológicos de Sonora ha sido recuperado y reabierto al público. Se trata de las pinturas rupestres de La Pintada.

Ubicadas a 50 kilómetros de Hermosillo, el turismo destructivo provocó que el arte rupestre de La Pintada estuviera cerca de perderse para siempre.

Lejos de la vigilancia que el lugar requería, durante años los visitantes llegaron hasta este rincón de la Sierra Libre para hacer carnes asadas, celebraciones que en ocasiones acababan en actos vandálicos contra las pinturas.

El arte rupestre de La Pintada terminó por ser cubierto por pintas, obscenidades, mensajes e incluso en un punto recibieron una cubetada de pintura verde, lo cual llevó a que finalmente el sitio quedara cerrado a los visitantes.

Un vandalismo similar lo sufren las pinturas rupestres de Milpa Alta.

Expertos del INAH se dieron entonces a la tarea de recuperar el lugar, una meticulosa tarea que requirió de más de 10 años para completarla.

Conoce también la zona arqueológica de Arroyo Seco.

El trabajo se hizo con precisión milimétrica, utilizando hisopos ara borrar todo lo vandalizado sin afectar las pintas originales y en condiciones complicadas que obligaron a los restauradores a trabajar bajo temperaturas de 38° y en ocasiones a 25 metros de altura sobre un despeñadero.

Pero la tarea fue exitosa y hoy La Pintada vuelve a brillar como uno de los tesoros históricos del estado de Sonora, presumiendo 2 mil diseños hechos en diferentes épocas sobre las rocas y que van desde simples puntos y líneas hasta figuras humanas y de animales.

Además, el INAH busca que se otorgue a la zona el título de zona arqueológica, lo cual permitirá una mayor protección tanto de las pinturas como de su entorno.

De lograrlo, el área tendría una extensión de 31 hectáreas y no sólo incluiría las pinturas, sino también los campamentos estacionales que se instalaron en la zona en diferentes periodos desde el año 400 d.C. hasta el siglo XIX.

Al permanecer cerrada diez años, de manera natural también se recuperó el medio ambiente de la región, y la flora y fauna original han recuperado sus espacios, los cuales tuvieron influencia en el paisaje cultural de La Pintada.

En Sonora conoce también el mirador de San Carlos.

Lo mejor de todo es que, tras rescatar el sitio, el INAH lo ha abierto para que los Viajeros en Ruta por Sonora puedan conocer este lugar que nos remonta al pasado para conocer la cultura de los seris.

Pero, tras la experiencia previa, las visitas no serán tan sencillas  y se realizan de manera controlada siguiendo una programación.

Si quieres ser uno de los afortunados que conozcan estas pinturas debes comunicarte con el Centro INAH Sonora.