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Australia es usualmente considerado como el país que más micronaciones tienen, y esto se atribuye al feroz espíritu de independencia de muchos de sus habitantes.

Pero dentro del espectro de micronaciones australianas, hay varias que no buscan una simple rebeldía, sino que tienen verdaderas aspiraciones de justicia histórica y soberanía.

Entre ellas destacan aquellas relacionadas con sus habitantes aborígenes, que reclaman que formar su propio país no es sino un acto de derecho ante el despojo que sufrieron siglos atrás.

Tal es el caso de Yidindji, una nueva entrada de nuestra serie de países que no existen.

¿Dónde está Yidindji?

De acuerdo a la página web de Yidindji, el territorio que reclaman corresponde en gran medida a lo que el resto del mundo describiría como el noreste de Australia.

Es en esa zona donde esta cultura tiene su territorio ancestral, el cual aseguran que nunca perdieron ni por conquista ni por acuerdos políticos.

La capital de Yidindji se llama Gimuy, ciudad que es llamada por los australianos y el resto del mundo como Cairns, y que es la décimo quinta ciudad más poblada de Australia.

Mapa del territorio de los aborígenes Yidindji

En total, su territorio abarcaría unos 1,000 kilómetros cuadrados, y se extiende desde el río Russell al sur al Mowbray en el norte y desde la cordillera de Malbon Thompson al oeste hasta las costas del mar de Coral, incluyendo las islas Frankland.

Yidindji estaría así en un espacio particular entre las micronaciones, pues, es una de las que abarca una mayor cantidad de territorio y la única que reclama una gran ciudad para si misma.

Historia

Cuando los británicos llegaron a lo que hoy es Australia, los Yidindji o Yidiny eran una de las culturas más numerosas, vivían en su territorio desde siglos atrás y eran cazadores-recolectores, que vivían en armonía con su entorno natural.

Se organizaban en 8 clanes, mismos que siguen existiendo entre los Yidnindji contemporáneos.

Hasta el siglo XIX no hubo mayores problemas entre los colonizadores y los Yidiny, cuyo territorio no fue inmediatamente atacado, pero a partir de la fundación de Cairns, la cosa empezó a cambiar.

Un ferrocarril y condiciones convenientes para tomar tierra, fueron atrayendo a cada vez más personas, en particular a quienes producían azúcar, y fue cuestión de tiempo para que los recién llegados compitieran por los recursos con los aborígenes.

Vista aérea de la ciudad de Cairns al norte de Australia

A través de fuerzas policiacas, hubo varios asesinatos de nativos de esta y otras tribus, y en el caso de los Yidindji se cuenta a Skull Pocket, Woree y el río Mulgrave como los lugares donde más gente perdieron.

Las relaciones entre esta tribu y los colonizadores europeos tienen su momento más importante en 1898.

Después de años de conflictos, los representantes de la tribu y el consejo del rey de Inglaterra (que en esa fecha seguía controlando Australia) firmaron un tratado de paz, acordando que cesarían los ataques entre ambos y donde los colonizadores se comprometían a dar comida y mantas a los indígenas durante todo el tiempo que estuvieran en su territorio.

Cabe mencionar que en este acuerdo no cedieron soberanía, ni fueron conquistados y solo aceptaban que “los blancos” estuvieran en su tierra a cambio de bienes materiales.

Por ello los Yidindji, al igual que otros grupos aborígenes, entre quienes destaca la República Murrawarri, aseguran que con base en todo el derecho internacional ellos siguen siendo soberanos.

Nace el gobierno autónomo

Hasta 2014, a nadie le preocupó la independencia o autonomía de los Yidindji respecto a Australia, pero en ese año un miembro del grupo, Murrumu Walubara tomó la decisión de cambiar el status quo y luchar por su gente.

El periodista renunció entonces a su nacionalidad australiana y a todos los beneficios que le daba el país, desde su pasaporte y plan de salud hasta su licencia de conducir para vivir sólo bajo la ley tribal de su gente.

Parecía no ser algo serio y ser solo una declaración de intenciones, pero no fue así, Walubara tenía una misión y mantuvo su decisión, a pesar de las dificultades de viajar al extranjero o de haber sido arrestado dos veces al presentar una licencia de conducir expedida en Yidindji.

Murrumu Walubara muestra pinturas rupestres en una cueva

Además de convencer a otros de seguir sus pasos y de jurar fidelidad a Yidindji y no a Australia, Walubara ha viajado a Canberra constantemente para tener reuniones diplomáticas y conseguir reconocimiento para su pueblo.

También tuvo acercamiento con embajadores extranjeros, todo para mostrar que su gente tiene un territorio, un gobierno, una cultura y que merecen pleno reconocimiento bajo la ley internacional.

El objetivo último es lograr firmar un acuerdo oficial con la Mancomunidad de Australia donde estos obtengan el permiso de estar en el territorio, a la vez que se reconocen todos los derechos aborígenes.

¿Qué ver en Yidiny?

Dado que tiene un territorio muy amplio, la opción más evidente para hacer turismo en esta micronación es visitar las ciudades australianas de la zona, empezando por Cairns.

Dentro de la oferta de la ciudad destaca el turismo de aventura, y la exploración de la gran barrera de coral ya sea desde un velero o bajo el agua buceando, también hay opciones de ecoturismo en los bosques cercanos.

Pero para poder decir que realmente visitamos Yidindji, no hay que hacer actividades de turismo que se pueden hacer en cualquier parte de Australia, y al contrario hay que acercarse a esta cultura aborigen.

Bosque en el territorio de los aborígenes Yidindji

El propio grupo tiene su propia compañía de tours, por lo que un guía de su pueblo te llevará a conocer su cultura y los lugares más importantes para ellos.

Se trata además de un turismo sostenible, pues uno de sus preceptos es el respeto al entorno, y de un turismo justo, donde los beneficios de tu visita se quedan en la propia comunidad.

Lo mejor que puedes hacer es elegir acampar con el grupo en sus bosques, escuchar sus historias y probar la comida que te ofrecerán para una experiencia inolvidable.

Futuro

Yidindji es una micronación que se toma muy en serio su existencia, pues no es una lucha por la supervivencia y el reconocimiento de una cultura ancestral.

Por ello, su futuro está prácticamente asegurado, pues aún si consiguen su soñada autonomía, continuarán representando los intereses de su grupo ante el gobierno australiano.

Bandera de la micronación de Yidimy

Hay micronaciones donde cualquiera que lo solicite puede hacerse ciudadano, tal y como son los casos de Ladonia o Austenasia o Liberlandia, pero aquí no tendrás esa libertad.

Pedir la ciudadanía implica leer libros sobre la cultura aborigen y hacer un examen con lo que demuestres compromiso con la comunidad y conocimiento de sus costumbres.

La prueba incluye desde la historia de la ilegal ocupación europea, hasta las leyes tribales, sus símbolos patrios y sus ideales políticos.

Si sacas más de 7.5, puedes obtener tu ciudadanía, para lo cual además debes acudir a una ceremonia y hacer un juramento.

Es decir, si no vives en la zona y eres parte de el grupo aborigen, no serás parte de esta nación, pero todo esto es garantía de que este es un grupo que realmente defiende sus ideales y su autonomía.

 

Sin duda una madre es una de las personas mas importantes para cualquier persona, y por ello la celebración del Día de las Madres es una fecha destacada en todo el mundo.

La fecha de la celebración cambia en cada país, y en el caso de México cae el 10 de mayo.

Para festejar el día de la madre a la manera viajera, decidimos hacer un recorrido por el mundo.

Y es que en todo lugar el amor de una madre es uno de los mas fuertes que hay, razón por la que artistas, ciudades y naciones han erigido cientos de monumentos a la madre.

Si creías que el monumento a la madre de Ciudad de México es el único que existe, acompáñanos en este viaje a los lugares mas insospechados para conocer.

Nagasaki, Japón

Uno de los momentos claves de la maternidad es el de dar a luz y de traer un ser nuevo al mundo. Un hecho que cambia la vida y que por ende esta presente en el imaginario de prácticamente cualquier cultura.

Es por ello que algunos de los monumentos a las madre en el mundo reflejan como metáfora los nacimientos o, en el caso de la primera parada de nuestra ruta, el renacimiento.

Nagasaki, en Japón es un lugar marcado por uno de los actos mas horrorosos del siglo XX, pues fue junto a Hiroshima destruida por las bombas atómicas de la Segunda Guerra Mundial.

Himno a la vida en el Parque de la Paz de Nagasaki, Japón

Pero pese a la destrucción, la ciudad se reconstruyó y han hecho su misión el asegurar que nada como lo que sufrieron vuelva a pasar en el mundo.

Así, crearon el Parque de la Paz, jardín lleno de esculturas donadas solidariamente por naciones de todo el mundo.

La escultura que donó Italia se llama Himno a la vida y muestra a una madre, levantando a su bebé con sus brazos hacia el cielo en una expresión de paz y amor.

Es a la vez un símbolo del renacimiento de Nagasaki.

Chalchuapa, El Salvador

Tras el nacimiento de un hijo, el papel de la madre es criarlo, protegerlo y guiarlo en su camino para convertirse en un adulto, siendo este otro de los temas en las esculturas dedicadas a madres en el mundo.

Una madre acompañada de sus hijos es justamente lo que encontramos al viajar a El Salvador.

En El Salvador encontramos uno de los monumentos a la madre del mundo

En la ciudad de Chalchuapa, cerca de la frontera con Guatemala, el homenaje a la madre que erigieron muestra a la mamá cargando a un bebé sobre su brazo izquierdo y llevando de la mano derecha a una hija menor, que carga una muñeca.

La base de inspiración precolombina no es extraña, considerando que Chalchuapa es un muy importante punto histórico salvadoreño, y que a sus alrededores se pueden visitar hasta 10 zonas arqueológicas.

Gatton, Australia

Un escenario repetido en muchos monumentos a la madre alrededor del mundo es el del adiós y la pérdida. Y es que no hay dolor mas grande que perder un hijo.

Las guerras son uno de los eventos que magnifican estos eventos con la absurda pérdida de miles de vidas, y esto se siente mas en pueblos pequeños.

monumento a la madre en Australia

Cerca de Brisbane, en Australia, se encuentra Gatton, una ciudad de 7,000 habitantes que mezcla un ambiente suburbano, con un pasado rural que aún sobrevive en varios aspectos.

En esta urbe, hay que dirigirse a la calle Hickey para toparse con un monumento de mármol de una mujer sollozando.

La razón de su tristeza, son los 68 jóvenes del pueblo que murieron peleando durante la primera guerra mundial, a donde se alistaron como voluntarios, y que nunca volvieron a ver los lugares que los vieron crecer ni a las madres que los vieron partir.

Ashland, Pensilvania

Al final de años de trabajo y amor, una madre queda para siempre en el recuerdo y el corazón de sus hijos, y para un artista no hay mejor forma de expresar esto que plasmar a su madre en su obra.

Esto fue lo que hizo el pintor James McNeill Whistler cuando en 1871 retrato a su madre en la obra llamada “arreglo en gris y negro n°1”.

Monumento a la madre de Ashland Pensilvania

No imaginó que estaba pintando uno de sus óleos más famosos, al grado de que es una de las obras que ha sido considerada como la Mona Lisa de los Estados Unidos.

Tampoco imaginó que su trabajo trascendería la pintura y que su mamá acabaría por ser el símbolo de un pueblo de Pensilvania.

Cuando la gente de Ashville decidió en 1937 levantar un monumento para honrar a las madres del pueblo, y dado que no tenían una modelo local, optaron por inspirarse en el retrato de McNeill para esculpir la obra.

Inaugurada en 1938, la estatua es monumental, y se levanta sobre todas las casas de Ashville, siendo visible desde los alrededores del pueblo.

Es posible subir al pedestal para tener una bella vista de los bosques de los alrededores.

Mount Olive, Illinois

La figura materna es tan fuerte, que se puede extrapolar hacia figuras que no son precisamente una madre biológica.

Eso fue lo que le pasó a Mary Harris Jones, quin tras una tragedia personal encontró un nuevo propósito en la vida y terminó considerada como una madre adoptiva en este pueblo.

Monumento a la madre Jones Mount Olive Illinois

Mount Olive sufrió una epidemia que enfermó al marido y a los cuatro hijos de Mary Harris Jones dejándola sola en el mundo.

Por si esto no fuese suficiente, la tragedia siguió en su vida y un incendio le hizo perder su negocio.

De la desgracia, se reconstruyó para convertirse en líder sindical y dedicarse a pelear por los derechos de los trabajadores mineros.

Tras su muerte fue enterrada en el cementerio de los mineros del pueblo, quienes la consideran una madre adoptiva y que aún repiten su frase “reza por los muertos y pelea con todo por los vivos”.

En el camposanto, se levantó este monumento que destaca sobre todas las tumbas y que rinde homenaje a la madre Jones, que logró a inicios del siglo XX, lo que muy pocas mujeres alcanzaban en esa época.

Terminamos así este recorrido y en viajeros en ruta les deseamos feliz día de la madre.

 

Australia tiene alrededor de 500 pueblos aborígenes, cada uno con su cultura e idioma propios, y cada uno habitante de un territorio ancestral.

Aunque todos son legalmente considerados ciudadanos y parte de Australia, algunos de esos pueblos han llegado a preguntarse, ¿cuándo perdimos nuestra independencia?

Esa pregunta es la que hizo surgir a la República Murrawarri, nuestra siguiente parada en la serie Micronaciones: los países que no existen.

¿Dónde está la República Murrawarri?

Los Murrawarri fueron el primer grupo aborigen que se organizó para reclamar su independencia de Australia, y la república que proclamaron está en su territorio ancestral.

Este se encuentra en la frontera de los estados de Nueva Gales del Sur y Queensland, aunque la extensión real de la micronación no ha sido fijada con certeza y es cuestión de discusión.

La página web de la República marca que el país va desde el sur de la población de Cunnamulla y lo extiende al sur hasta el punto donde se encuentran los ríos Darwin y Warrego.

Murrawarri Republic Map

De acuerdo a la web, esta zona tiene un área total de 81,796 kilómetros cuadrados, pero el estudio de las coordenadas ofrecidas indica que en realidad el país mediría en realidad 22,170 kilómetros cuadrados.

Historia de los Murrawarri

Orígenes

Se conoce muy poco de la historia de los Murrawarri, también llamados Muruwari antes de que entraran en contacto con la civilización occidental.

Su territorio se encuentra a 600 kilómetros de la costa, en una zona desértica de Australia y no fue visitado hasta 1846, en la cuarta expedición que Thomas Mitchell, agrimensor oficial de la Corona Inglesa en Nueva Gales del Sur, emprendió al interior de la isla.

Poco después, se descubrió que la zona era rica en pastos para el ganado, y siguiendo una ley británica de 1850 que permitía a los colonos reclamar hasta 140 kilómetros de tierra para su explotación, éstos se fueron instalando desplazando a los pobladores originarios.

Los Murrawarri, como muchos otros aborígenes, se adaptaron a los colonos y encontraron trabajo en estaciones, a la vez que buscaban preservar sus tradiciones. A pesar de esto su población decayó con el paso del tiempo.

Terra Nullius

Los derechos e identidad de los aborígenes no importaron por muchos años, y una vez que fue independiente, Australia mantuvo la discriminación sobre estos pueblos, pero en 1992 la cosa empezó a cambiar.

Desde la llegada Británica a Oceanía, los europeos reclamaron legalmente las tierras de Australia bajo el concepto legal de Terra Nullius, el mismo que Liberlandia usa para justificar su existencia.

Este implica que las tierras no eran de nadie y cualquiera que llegara podía reclamarlas como suyas.

Este concepto fue heredado en la legislación de la Australia independiente, y a nadie importó desde el siglo XVIII hasta finales del XX que todo el país hubiera estado habitado por aborígenes.

Bajo esta ley claramente racista, era como si nadie viviera en la isla al llegar los británicos y, como si no fueran personas, no se reconocían sus derechos sobre la tierra.

Pero el 3 de junio de 1992, la Suprema Corte de Australia falló en un caso conocido como la Decisión de Mabo.

Tras la demanda de un nativo de la Isla de Torres, Eddie Mabo, se logró que el país reconociera que el concepto de Terra Nullius no debió aplicar a Australia, que si estaba habitada y así se reconoció el derecho de todos los indígenas australianos sobre su tierra.

Este fallo llevó a que en 1993 se promulgara la Ley de Títulos Nativos, con la cual los grupos aborígenes tienen acceso a sus territorios originarios para vivir, cazar, llevar a cabo actos culturales y enseñar sus usos y costumbres a sus miembros.

Claro que la ley no deja de reconocer que todo el territorio es parte de Australia, y otorga los derechos a los nativos como ciudadanos del país.

Los Murrawarri fueron los primeros en preguntarse ¿por qué razón era esto así?

Nace la República Murrawarri

El 30 de marzo de 2013, los Muruwari declararon la independencia de su territorio ancestral, y su Consejo Provisional de Estado mandó una carta oficial a la Reina Isabel II en el Reino Unido.

En esta misiva, los Muruwari solicitaron a la Reina que entregara algún documento que demostrara legalmente cuándo habían perdido control de su territorio para formar parte de sus dominios convirtiéndose en súbditos.

Los documentos podían ser, un tratado entre ambos estados, un documento dónde la Nación Murrawarri cediera el territorio, o una declaración de guerra que pudiera haber terminado en una conquista.

Murrawarri Republic Flag

Cómo puede suponerse, la Corona Británica ignoró la carta, y esto se tomó como una afirmación de que dichos documentos no existían. Igualmente, la historia no recoge ningún hecho bélico o diplomático entre Muruwaris y europeos.

Dado que Australia ya había dicho que el concepto de Terra Nullius no debió aplicarse, la única conclusión posible era que los Murrawarri nunca perdieron su independencia y por ende no son y nunca han sido legalmente parte de Australia.

Aunque fueron ignorados por Australia, igual que por la Gran Bretaña, el hecho llamó la atención de todo el mundo, y el gobierno australiano simplemente dijo que no respondieron porque las leyes del país no contemplan ningún escenario para que una parte del territorio se separe.

Los Murruwarri han llevado su declaración de independencia al Comité de Descolonización de la ONU, pero hasta el día de hoy sus reclamos, aunque han generado mucho interés académico, no han generado ningún cambio legal, siendo lo más sencillo para todas las partes, ignorarlos.

Qué ver en la República Murrawarri

El área donde se coloca el país es extensa, pero poco poblada, sin embargo en ella puedes encontrar desde sitios culturalmente importantes para los Murrawarri como poblaciones australianas.

Entre los sitios destacados al viajar por el área se encuentran la misión Dennewan, protegido como un sitio aborigen protegido por el Gobierno de Nueva Gales del Sur.

También puedes visitar poblaciones como Weilmoringle, Ageldool y Barringun, su capital, que solo tiene 7 habitantes.

Parque Nacional Culgoa Australia

Cerca de Weilmoringle, puedes acercarte a la naturaleza del país visitando el Parque Nacional de Culgoa, donde puedes hacer campamentos, senderismo y avistamiento de aves.

Si te acercas a grupos culturales de los Murrawarri, puedes conocer su cultura ancestral, su artesanía y sus tradiciones.

Su futuro

La República Murrawarri es una micronación con un éxito tal que se ha convertido en un referente para muchas otras.

De hecho, más de 20 grupos aborígenes australianos han tomado su ejemplo y seguido los mismos pasos que ellos para declararse a su vez como naciones independientes, entre ellos los Yidindji.

El gobierno de la micronación está activo, tanto en la difusión de su cultura, como en el activismo para ganar derechos y que se reconozca su libertad.

Fuera de ello, un reconocimiento real para el país es difícil, por un lado, porque el grueso de la población que vive en el territorio reclamado, no es aborigen, y no tienen interés alguno en separarse de Australia.

La micronación les ha prometido respetar su idioma y derechos, pero esto no cambia que sean personas que no quieran perder los servicios que les da Australia y que no se identifican con la cultura muruwari.

Finalmente, está el hecho de que para Australia darles la independencia sería abrir una presa que podría llevar a su desaparición.

Reconocer a los Murrawarri, significaría que no habría razón legal alguna para no dar el mismo reconocimiento a cientos de tribus aborígenes, y esto significaría perder el control de gran parte, si no todo, su territorio.

La única esperanza de que los aborígenes logren su independencia sería que consigan fallos de cortes internacionales que les den la independencia que busquen y que logren tener un movimiento importante detrás de ellos.

Sin embargo, un ejemplo como lo son los chagosianos, que tienen todo a su favor para recuperar su archipiélago, demuestra que aún esto no es garantía de que se respeten las leyes.

Mientras esto no ocurra, el esfuerzo quedará como un acto de activismo, aunque ayuda a el avance de los derechos de estos grupos, como ya se dio con el cierre de Uluru.

Sin embargo es uno que ha puesto a esta cultura, su historia y sus derechos en el interés del mundo entero, y eso ya es un triunfo para este lugar.

 

La aerolínea australiana Qantas rompió un récord al vender en tan sólo 10 minutos todos los asientos disponibles a bordo de un avión 787 Dreamliner.

El vuelo saldrá de Sídney el próximo 10 de octubre y sus 134 pasajeros tienen como destino Sídney.

Se trata de un vuelo a ninguna parte, una nueva tendencia turística que ha nacido como consecuencia de la pandemia, pero que tiene graves consecuencias para el medio ambiente.

¿Qué son los vuelos a ninguna parte?

Los vuelos a ninguna parte son aquellos donde los aviones despegan y aterrizan en el mismo aeropuerto y los pasajeros no van a ningún destino.

El único objetivo es divertirse sobrevolando un país y disfrutando de las vistas desde el aire.

De acuerdo a un vocero de Qantas entrevistado por Fox News, se trata del vuelo que se ha vendido más rápido en toda la historia de la aerolínea.

“La gente claramente extraña viajar y la experiencia de volar. Y si la demanda existe, sin duda haremos más viajes escénicos mientras esperamos la reapertura de fronteras”.

En efecto, la oferta de Qantas es que su Dreamliner va a volar a una altura de 1,220 metros sobre tres estados de Australia: Queensland, el Territorio del Norte y Nueva Gales del Sur.

Esto permitirá a los pasajeros ver el puerto de Sídney, la Gran Barrera de Coral y a Uluru, entre otras cosas.

Además habrá una celebridad sorpresa invitada a bordo del avión.

Aviones de Qantas

Tendencia mundial

El caso de Qantas llamó la atención debido a la velocidad con la que se vendió, pero no es el único vuelo a ninguna parte que existe.

Debido a las restricciones de viaje por el Coronavirus y al riesgo continuo de que la pandemia se salga de control, el turismo es la industria más afectada, y las aerolíneas de todo el mundo están en crisis.

Por ello, la oportunidad de hacer estos viajes recreativos les ofrece una muy necesaria fuente de recursos.

La idea vino de Taiwán, donde EVA Air ofreció un vuelo temático de Hello Kitty.

EVA Air vuelo de Hello Kitty

En el mismo país, TigerAir llevó a 120 personas a sobrevolar el océano y llegar hasta Corea del Sur, donde contemplaron desde el aire la isla de Jeju antes de regresar a Taiwán.

Desde aquí, Japón, Brunei y Australia copiaron la idea, y tras el éxito de Qantas Air India ya está empezando a planear su propia ruta y Singapore Airlines dijo estarlo analizando.

De momento la idea no ha sido copiada fuera de Asia y Oceanía.

Peligro ambiental

Si bien los vuelos a ninguna parte tienen una justificación económica, han generado fuertes críticas de parte de ecologistas y viajeros responsables.

Y es que son una tendencia destructiva con el medio ambiente, y completamente alejada de lo que debe ser el turismo sostenible.

Los aviones son un medio de transporte altamente contaminante, y si por lo general son un mal necesario al servir al propósito de viajar, en el caso de los vuelos a ninguna parte esta justificación no existe.

Vuelo a ninguna parte de Brunei Air

Durante horas, las aeronaves están echando emisiones contaminantes a la atmósfera que no deberían estar ahí, pues resultan innecesarias.

Así lo señaló Mark Carter de la organización Flight Free Australia, quien señaló como los pasajeros estarían contemplando la Gran Barrera de Coral al mismo tiempo que ayudan a destruirla.

Es un caso similar a los pasajeros de cruceros, el medio de transporte más contaminante y promotor del turismo masivo, donde sus usuarios visitan ciudades como Venecia al tiempo que ayudan a su desaparición.

“Nuestro hogar está en llamas”, comentó a The Guardian, “En un momento en el que todas las industrias deben estar reduciendo sus emisiones de forma masiva, la pretensión de sustentabilidad de Qantas es una estafa, pues simplemente siguen aumentando sus emisiones mientras le compran las reducciones a otros”.

Por su parte Anna Hughes de la rama británica de la organización comentó que estos vuelos son una locura.

“Entiendo por qué lo hacen, pero es una locura, un vuelo a ninguna parte es contaminar simplemente por contaminar, y si hemos construido una sociedad que es adicta a volar, entonces tenemos un problema muy serio”.

En redes sociales, muchos usuarios conscientes del problema se unieron al repudio de la tendencia, pidiendo a los pasajeros que si tienen dinero para tirar mejor lo donen a ONG que hagan algo útil con el.

Actualmente, se están desarrollando aviones eléctricos y de hidrógeno que en un futuro lejano pueden eliminar el costo ambiental de volar.

Pero de momento, volar menos es la única forma en que podemos disminuir las emisiones producidas por los aviones.

Hay esfuerzos en Austria y Francia de eliminar rutas de corta duración para lograr esto.

Los vuelos a ninguna parte hacen justo lo contrario, y contaminan innecesariamente acelerando la emergencia climática que amenaza nuestro futuro.

Después de 50 años de independencia, uno de los países más pequeños del mundo ha dejado de existir por culpa de la pandemia del Covid-19.

Se trata del Principado de Hutt River, y lo más seguro es que nunca hayas oído siquiera hablar de él, pues era uno de las decenas de micronaciones que existen alrededor del mundo sin que ningún otro país u organismo los reconozca.

Ubicado al oeste de Australia, 517 kilómetros al norte de Perth y cerca del pueblo de Northampton, el principado se encontraba, como su nombre indicaba, en la rivera del río Hutt.

Historia de Hutt River

La historia del Principado de Hutt River comenzó el 21 de abril de 1970, cuando declaró su independencia de Australia.

Esto fue debido a un desacuerdo por una ley de cuotas a la producción de trigo, la cual los granjeros de la zona consideraban excesivamente onerosa, y que intentaron combatir sin éxito.

Hutt River flag

Leonard Casley, uno de los líderes de los granjeros, terminó finalmente por declarar que las leyes internacionales los autorizaban a independizarse.

El país tenía una población de 26 personas, y medía 75 kilómetros cuadrados, más que algunos países si reconocidos.

A lo largo de sus 50 años de existencia, ni Australia ni ningún otro país reconoció nunca la independencia de Hutt River.

Sin embargo Leonard Casley, que ostentaba el título de “Su Majestad Príncipa Leonardo I de Hutt” aseguraba que, al no responder a su declaración de independencia a los dos años de esta, Australia la reconoció de facto.

Durante todo este tiempo, se negaron a pagar impuestos en Australia.

Atractivo turístico

La curiosidad de esta micronación, se convirtió en un atractivo para los viajeros que buscan llegar a donde nadie ha estado.

¿Visitar un país que nadie reconoce y obtener un sello en tu pasaporte por estar ahí? Esto era suficiente atractivo para que aproximadamente 40,000 personas cada año hicieran el viaje a este lugar del mundo.

Micronaciones Principado de Hutt River

Los sellos postales y las monedas, también estaban entre los recuerdos que podías obtener de este ficticio país, y con el paso del tiempo los ingresos fueron suficientes para que se desarrollara una infraestructura turística en Naim, la “capital” del país.

El príncipe Leonard, que incluso declaró la guerra a Australia en 1977 y que duró dos semanas, abdicó en febrero de 2017 dando el trono a su hijo Graeme.

Murió el 13 de febrero de 2019, sin sospechar que en menos de un año, una pandemia acabaría con su nación, tal y como devastó otros lugares turísticos.

Leonard I of Hutt

El fin del país

El 31 de enero de 2020, Cuando la amenaza del covid-19 aún no se conocía en toda su magnitud, el Principado de Hutt River anunció su cierre de fronteras.

“Es con pesar en el corazón y después de una larga meditación y consultas con el gabinete que les tengo que informar que el Gobierno del Principado de Hutt River está a punto de entrar en un hiato”, se lee en el comunicado que anunciaba esta decisión.

“Nuestra fronteras permanecerán cerradas para todos (incluyendo turistas), y todos los servicios externos del Gobierno cesarán al final del horario laboral del 31 de enero de 2020 y hasta nuevo aviso”.

Fue solo un adelanto de la desaparición de Hutt River, la cual se concretó el 3 de agosto.

Esto se dio a conocer por un correo electrónico a los ciudadanos y seguidores del Principado, aclarando que era una decisión de el Príncipe Graeme.

“Aunque este periodo como nación independiente haya llegado a su fin, todos aquellos que hemos servido al Principado en los últimos 50 años podemos ver su historia con orgullo”.

Así, espacios nombrados con nombres como Monte Secesión y Lago Comienzo, vuelven a ser formalmente parte de Australia.

Durante estos 50 años de independencia, los territorios del Principado acumularon una deuda de 3 millones de dólares australianos.

La tierra del país será vendida para pagar esta deuda.

En el mundo existen más de 100 micronaciones aún vigentes y, curiosamente, un tercio de ellas están dentro de territorio de Australia.