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217 es un número mágico para cualquier viajero de corazón, pues es el total de países y territorios que existen en el mundo, y por lo tanto, el máximo número de destinos que puedes visitar.

¿Pero es cierto esto o existe alguna manera de ir más allá?

La respuesta es que en todos los continentes hay lugares que no aparecen en ningún mapa, y de los que prácticamente nadie sabe, pero que en cierto modo existen y te dan la posibilidad de tener aventuras y experiencias en destinos únicos.

Se trata de las micronaciones, los países que no existen, ¿quieres saber más sobre ellos?

¿Qué es una micronación?

Una micronación es un estado que sostiene ser independiente, pero que no es reconocido por ningún otro país ni por ningún organismo internacional.

Además, no es capaz de ejercer el monopolio de la fuerza, la soberanía o el control de su población.

Micronaciones Principado de Hutt River

Las razones por las que surge una micronación son variadas, y entre los casos más comunes se encuentran desde la experimentación teórica sobre como se organiza un estado, hasta la simple gracia de hacerlo.

También lo están la protesta o rebeldía ante actos de gobierno, e incluso el encubrimiento de actividades criminales.

Historia de las micronaciones

La primera micronación de la historia fue el Principado de Baldonia Exterior, una isla de 16,000 metros cuadrados en el archipiélago de las islas Tusket en Canadá.

La isla fue comprada por el empresario Russell Arundel, que trabajaba para Pepsi-Cola, quien incluso logró enlistar su consulado en directorios telefónicos de Washington, atrayendo atención internacional de gente que lo tomó por un país real.

Caminando por la isla que fue Baldonia Exterior

Baldonia Exterior llegó incluso a declarar la guerra a la Unión Soviética en plena Guerra Fría, pero esto llevó a que el público en general conociera su verdadero nacimiento y el interés en la micronación se extinguió.

En los años 70 Arundel vendió la isla, poniendo punto final a su historia.

Fuera de esta primera experiencia fue a partir de la segunda mitad de los años 60 que empezó un verdadero movimiento de fundación de micronaciones, varias de las cuales siguen existiendo.

Estos lugares cuentan con territorio, usualmente de poca extensión, y son ignorados o tolerados por el país del que presumen haberse separado.

En la década de los 90, el Internet permitió la rápida multiplicación de micronaciones.

Muchas de ellas, no existen físicamente y la mayor parte de ellas son pasatiempos de sus creadores, que desde una página web pueden reclamar que existen como cuasiestados.

En 2020, el Principado de Hutt River, una de las micronaciones más antiguas y famosas, desapareció por culpa del coronavirus.

¿Son legales las micronaciones?

Aunque no son reconocidas por nadie como nación independiente, algunas de ellas si encajan con definiciones internacionalmente aceptadas de estados.

En concreto, están amparadas por la Convención de Montevideo, firmada en 1933 en Uruguay por 19 países de América.

En su primer artículo, la Convención declara que un estado-nación debe cumplir cuatro requisitos para ser reconocida por el derecho internacional.

Estos son:

I. Población permanente.
II. Territorio determinado.
III. Gobierno.
IV. Capacidad de entrar en relaciones con los demás Estados.

Además de este documento, algunas micronaciones reclaman derechos históricos o errores legales que amparan su existencia.

Convención de Montevideo, Uruguay, 1933

Muchas de ellas producen souvenirs como monedas o sellos postales y algunas incluso llegan a emitir pasaportes y a sellar el tuyo si lo presentas, todo lo cual les da un atractivo extra para los viajeros en ruta por el mundo.

El problema que todas enfrentan es que nadie las reconoce, salvo que lo hagan entre ellas, y para llegar a ser países requerirían que nadie más exija control sobre su territorio.

¿Qué micronaciones puedo visitar?

Antes tuvimos una serie sobre islas prohibidas, lugares del mundo que están fuera del alcance de los viajeros, pero vamos a empezar una nueva serie sobre micronaciones.

Repartidos a lo largo y ancho del mundo, estos territorios, algunos de muy pequeño tamaño, están a tu alcance si te animas a viajar a conocerlos.

Sin duda, todos ofrecen historias muy interesantes para cuando vuelvas a casa.

Cada dos semanas iremos explorando uno de ellos para que los conozcas mejor.

  • Akhzivland, un paraíso hippie en las costas de Israel, considerado el país más pacífico del Medio Oriente.
  • Austenasia, Terry I fue el primer rey de este país que hizo de su casa su reino, y luego se expandió por cinco continentes.
  • Christiania, Un barrio de Copenhague en Dinamarca, que se declaró libre como un experimento anarquista.
  • República Glaciar, En Chile, Greenpeace creó esta micronación para luchar por la protección de los glaciares del país andino.
  • República Hajduk, La falta de servicio eléctrico llevó a la independencia de este hotel en el parque nacional de Blidinje en Bosnia.
  • República de Hout Bay, Este rincón de Sudáfrica encontró en su independencia la mejor manera de atraer al turismo.
  • Gran Ducado de las Islas Lagoan, Unas pequeñas islas en un estanque del Reino Unido, son la única micronación que fue conquistada por otra.
  • Ladonia, El artista Lars Vilks creó unas esculturas en un bosque de Suecia. Cuando el gobierno amenazó con destruirlas creó su propio país para protegerlas.
  • Liberlandia, En la frontera entre Serbia y Croacia tiene varias extensiones de tierra que ningún país reconoce como propias. El activista checo Vít Jedlicka las reclamó para promover el libertarismo.
  • República Murrawarri, Una tribu aborigen logró probar que su territorio nunca pasó a ser parte de Australia, y desde entonces reclaman su independencia y sus derechos.
  • Parva Domus, La micronación más antigua de la lista, un club de amigos en Uruguay que se dice independiente desde el siglo XIX, y al que solo se entra por invitación.
  • Pontinha, El país más pequeño del mundo, esta roca de Portugal encuentra su independencia en la venta que el gobierno portugués hizo de ella en 1903.
  • Rathnelly, Un grupo de personas de este barrio de Toronto en Canadá, se declaró libre para luchar por los derechos de los vecinos.
  • Rino Island, El mundo está lleno de islas fantasma que alguna vez estuvieron en mapas históricas para luego desaparecer. Este país reclama estos territorios en aguas internacionales.
  • Saugeais, Uno de los valles mas aislados de Francia, tiene una cultura propia, pero su nacimiento se dio con una broma de un restaurantero.
  • Principado de Sealand, La micronación más famosa del mundo, nació a partir de una radio pirata en una plataforma del Mar del Norte abandonada desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. fundada por Paddy Roy Bates en esta isla artificial se dice, falsamente, la más pequeña del mundo.
  • Seborga, el pueblo de Italia que nunca fue considerado en la unificación del país y hoy reclama ser libre
  • Tavolara, fue el país más pequeño del mundo, hasta que Benito Mussolini se lo apropió.
  • Whangamomona, un país que ha tenido incluso perros y cabras como presidentes
  • Yidindji, al norte de Australia, esta nación aborigen también pelea por su independencia, y reclaman como propia una de las grandes ciudades del país.
  • Zaquistán, Un artista compró varias hectáreas en el desierto de Utah, y creó un país que es tan inhóspito que solo es habitado unos días al año.

Adquirir unas pocas hectáreas en un desierto que a nadie más interesan puede ser el camino más rápido para fundar tu propio país.

Eso fue lo que hizo Zaq Landsberg, quien invirtió $610 dólares por el derecho a ser llamado presidente de su propio país, al cual bautizó con su nombre: Zaquistán.

Es nuestra nueva parada en nuestra serie de Micronaciones.

Dónde está Zaquistán

Aunque su presidente es un artista que vive en Brooklyn, Nueva York. Su país se encuentra localizado a más de 3,800 kilómetros de distancia de su residencia.

El terreno que compró para fundar Zaquistán se encuentra en el desierto de Mojave, al norte de Utah y se encuentra totalmente deshabitada.

Mapa de Zaquistán

El lugar más cercano es el pueblo de Montello, Nevada, que tiene menos de 100 residentes, y está a 96 kilómetros de esta micronación.

Respecto a la longitud de Zaquistán, esta es de poco más de 8,093.17 metros cuadrados, el equivalente a dos acres.

Zaquistán está completamente rodeado por Estados Unidos, siendo obligado cruzar este país para poder llegar.

Historia de Zaquistán

Los desiertos de sal

Para entender la historia de Zaquistán, hay que remontarse a la prehistoria, y a las grandes eras geológicas que son las que dieron origen a lo que resulta una zona donde es muy difícil sobrevivir.

Hace 32,000 años, gran parte de Estados Unidos estuvo cubierta por un enorme lago que hoy conocemos con el nombre de Bonneville.

Abarcaba gran parte de lo que hoy es Utah, y se extendía hasta Nevada e Idaho. Este lago tenía una característica muy rara, y es que no tenía afluentes. Por ello, casi toda el agua que recibía provenía de la lluvia.

Mapa del prehistórico lago Bonneville, hoy desaparecido

Esto también provocó que, cuando los patrones climáticos fueron cambiando, el lago fue poco a poco desapareciendo, y hace aproximadamente 16,800 años, ya no existía.

Hoy lo poco que queda de el es el Gran Lago de Sal que da nombre a la mas importante ciudad de Utah, Salt Lake City.

¿Qué pasó en toda la zona que alguna vez fue el lago?

La falta de fuentes de agua dulce, le dan al lago una inusual salinidad, y cuando el agua se evapora, la sal queda detrás.

Por ende, buena parte de la zona que alguna vez fue el lago Bonneville, hoy es llamada el Gran Desierto de Sal, una zona donde la vida es muy difícil, por lo que apenas está poblada.

Es ahí donde se encuentra la inhóspita micronación de Zaquistán.

El ferrocarril

Un evento muy importante en la historia de Estados Unidos fue la construcción de los ferrocarriles, que unieron el este y el oeste del país.

Uno de los más importantes de estos fue el llamado Transcontinental, que en su recorrido cruzaba este desierto de sal.

Debido al paso del tren, varios pueblos que llegaron a tener unos miles de habitantes, fueron surgiendo en esta zona que de otro modo no podía sostener muchas personas.

Fue la única ocasión que se pudo hablar de cierto desarrollo en el lugar.

Eventualmente, el tráfico ferrocarrilero fue movido a zonas de orografía más difícil, pero con mas recursos. Y en cuanto los trenes dejaron de pasar, los pueblos surgidos, en su mayoría, desaparecieron para siempre.

La fundación de Zaquistán

Llegamos así a 2005, cuando Zaq Landsberg navegaba por Internet y decidió pujar en un sitio de subastas por dos acres de tierra.

Según dijo, quería hacerse de una parte del auténtico oeste americano, antes de que desapareciera por completo.

El 26 de julio de 2005, la compra de tierra se hizo legal, y quedó registrada por el condado de Box Elder en Utah.

El mismo mes de agosto, Landsberg y su amigo Jake Davidson se lanzaron a conocer el lugar adquirido.

Vista del Monte Insuperable (Mount Insurmountable) de Zaquistán

Su largo viaje empezó en Los Ángeles y tras cruzar Arizona y Utah, el día 31 de agosto de 2005 a las 08:05 de la mañana, llegaron al lugar.

Zaq, subió a lo alto del lugar que llamó Monte Insuperable, y plantó la bandera de su nuevo país, declarándolo independiente.

Futuro de Zaquistán

Zaquistán no está habitada, y no se ve factible que algún día puede estarlo. Aún así, su fundador y presidente, organiza expediciones ocasionalmente, manteniendo vivo su proyecto.

Esta micronación pervive como un proyecto artístico, como no podía ser de otro modo siendo que fue fundada por un artista, y bajo la esfera de Zaquistán se han hecho y comisionado proyectos de arte.

En esto, tiene lazos que la comunican con Ladonia, otro país ficticio que surgió a partir de la escultura, aunque ya ha trascendido ese aspecto.

Seguramente, en un futuro inmediato, este país seguirá en esta línea.

Zaquistan Flag

La pregunta, como pasa con otros países que dependen de un solo hombre como Austenasia y Akhzivland, es qué pasará cuando esta persona abandone el proyecto o cuando fallezca.

Zaquistán ofrece, como otras micronaciones, pasaportes y ciudadanía a quien lo quiera. Pero obtenerlos no es tan fácil, pues la solicitud se hace en persona y solo en ciertos momentos del año, así que tienes que estar atento a su página oficial y actividades para buscar unirte a ellos.

Entre los ciudadanos del país, hay buen número de argentinos, pues Zaquistán tuvo una embajada en Buenos Aires, alojada en el Nuevo Museo Energía de Arte Contemporáneo, y que mostró la historia del país, dio talleres y dio pasaportes, todo con el apoyo de la Secretaria del interior, Sofía Gallisa Muriente

Qué ver en Zaquistán

Zaquistán está en nuestra lista de micronaciones porque, como todas las de nuestra serie, es posible viajar a ella y visitarla, aunque en este caso particular, es más difícil que en ninguno otro de los que les hemos contado.

Esto se debe a la lejanía, las difíciles condiciones climáticas y la absoluta falta de servicios en Zaquistán y sus alrededores. Esto incluye la falta de caminos y de agua.

De hecho, la propia página oficial del país desaconseja la visita a cualquier curioso, aunque esperan que algún día puedan recibir visitantes de forma regular.

“En este momento solo es posible visitar Zaquistán a través de un tour patrocinado por el ministerio de Turismo del país”. Advierten.

Estos tours se dan durante los pocos días del año que Zaq Landsberg viaja al lugar, y no hay garantía de cuando se realizan y si podrás sumarte al grupo.

A pesar de ello, no dejan de presumir por internet lo que son sus atractivos turísticos.

Esto incluye al Monte Insuperable, cuya conquista marcó el origen de la nación y que en realidad es un modesto promontorio con una bandera del país en su cima.

Más interesante son las obras de arte que, con el paso de los años, han sido comisionadas y creadas en el país, promoviendo el Land Art.

Monumento del decenio en Zaquistán

Entre estos se encuentran unos girasoles de plástico, la única flor que puede sobrevivir en el clima del país; los guardianes de Zaquistán, una especie de robots instalados por Jeffery Herbst y Landsberg en 2006, que supuestamente protegen al país de intrusos.

Además está el monumento del decenio, el más nuevo y que celebra 10 años de independencia, y el arco de la victoria, la estructura más alta del país.

Su capital es Zaqopolis un valle detrás del Monte Insuperable, que no es otra cosa que un claro relativamente protegido del viento, donde se instalan los campamentos durante los días que el país está habitado.

Australia es usualmente considerado como el país que más micronaciones tienen, y esto se atribuye al feroz espíritu de independencia de muchos de sus habitantes.

Pero dentro del espectro de micronaciones australianas, hay varias que no buscan una simple rebeldía, sino que tienen verdaderas aspiraciones de justicia histórica y soberanía.

Entre ellas destacan aquellas relacionadas con sus habitantes aborígenes, que reclaman que formar su propio país no es sino un acto de derecho ante el despojo que sufrieron siglos atrás.

Tal es el caso de Yidindji, una nueva entrada de nuestra serie de países que no existen.

¿Dónde está Yidindji?

De acuerdo a la página web de Yidindji, el territorio que reclaman corresponde en gran medida a lo que el resto del mundo describiría como el noreste de Australia.

Es en esa zona donde esta cultura tiene su territorio ancestral, el cual aseguran que nunca perdieron ni por conquista ni por acuerdos políticos.

La capital de Yidindji se llama Gimuy, ciudad que es llamada por los australianos y el resto del mundo como Cairns, y que es la décimo quinta ciudad más poblada de Australia.

Mapa del territorio de los aborígenes Yidindji

En total, su territorio abarcaría unos 1,000 kilómetros cuadrados, y se extiende desde el río Russell al sur al Mowbray en el norte y desde la cordillera de Malbon Thompson al oeste hasta las costas del mar de Coral, incluyendo las islas Frankland.

Yidindji estaría así en un espacio particular entre las micronaciones, pues, es una de las que abarca una mayor cantidad de territorio y la única que reclama una gran ciudad para si misma.

Historia

Cuando los británicos llegaron a lo que hoy es Australia, los Yidindji o Yidiny eran una de las culturas más numerosas, vivían en su territorio desde siglos atrás y eran cazadores-recolectores, que vivían en armonía con su entorno natural.

Se organizaban en 8 clanes, mismos que siguen existiendo entre los Yidnindji contemporáneos.

Hasta el siglo XIX no hubo mayores problemas entre los colonizadores y los Yidiny, cuyo territorio no fue inmediatamente atacado, pero a partir de la fundación de Cairns, la cosa empezó a cambiar.

Un ferrocarril y condiciones convenientes para tomar tierra, fueron atrayendo a cada vez más personas, en particular a quienes producían azúcar, y fue cuestión de tiempo para que los recién llegados compitieran por los recursos con los aborígenes.

Vista aérea de la ciudad de Cairns al norte de Australia

A través de fuerzas policiacas, hubo varios asesinatos de nativos de esta y otras tribus, y en el caso de los Yidindji se cuenta a Skull Pocket, Woree y el río Mulgrave como los lugares donde más gente perdieron.

Las relaciones entre esta tribu y los colonizadores europeos tienen su momento más importante en 1898.

Después de años de conflictos, los representantes de la tribu y el consejo del rey de Inglaterra (que en esa fecha seguía controlando Australia) firmaron un tratado de paz, acordando que cesarían los ataques entre ambos y donde los colonizadores se comprometían a dar comida y mantas a los indígenas durante todo el tiempo que estuvieran en su territorio.

Cabe mencionar que en este acuerdo no cedieron soberanía, ni fueron conquistados y solo aceptaban que “los blancos” estuvieran en su tierra a cambio de bienes materiales.

Por ello los Yidindji, al igual que otros grupos aborígenes, entre quienes destaca la República Murrawarri, aseguran que con base en todo el derecho internacional ellos siguen siendo soberanos.

Nace el gobierno autónomo

Hasta 2014, a nadie le preocupó la independencia o autonomía de los Yidindji respecto a Australia, pero en ese año un miembro del grupo, Murrumu Walubara tomó la decisión de cambiar el status quo y luchar por su gente.

El periodista renunció entonces a su nacionalidad australiana y a todos los beneficios que le daba el país, desde su pasaporte y plan de salud hasta su licencia de conducir para vivir sólo bajo la ley tribal de su gente.

Parecía no ser algo serio y ser solo una declaración de intenciones, pero no fue así, Walubara tenía una misión y mantuvo su decisión, a pesar de las dificultades de viajar al extranjero o de haber sido arrestado dos veces al presentar una licencia de conducir expedida en Yidindji.

Murrumu Walubara muestra pinturas rupestres en una cueva

Además de convencer a otros de seguir sus pasos y de jurar fidelidad a Yidindji y no a Australia, Walubara ha viajado a Canberra constantemente para tener reuniones diplomáticas y conseguir reconocimiento para su pueblo.

También tuvo acercamiento con embajadores extranjeros, todo para mostrar que su gente tiene un territorio, un gobierno, una cultura y que merecen pleno reconocimiento bajo la ley internacional.

El objetivo último es lograr firmar un acuerdo oficial con la Mancomunidad de Australia donde estos obtengan el permiso de estar en el territorio, a la vez que se reconocen todos los derechos aborígenes.

¿Qué ver en Yidiny?

Dado que tiene un territorio muy amplio, la opción más evidente para hacer turismo en esta micronación es visitar las ciudades australianas de la zona, empezando por Cairns.

Dentro de la oferta de la ciudad destaca el turismo de aventura, y la exploración de la gran barrera de coral ya sea desde un velero o bajo el agua buceando, también hay opciones de ecoturismo en los bosques cercanos.

Pero para poder decir que realmente visitamos Yidindji, no hay que hacer actividades de turismo que se pueden hacer en cualquier parte de Australia, y al contrario hay que acercarse a esta cultura aborigen.

Bosque en el territorio de los aborígenes Yidindji

El propio grupo tiene su propia compañía de tours, por lo que un guía de su pueblo te llevará a conocer su cultura y los lugares más importantes para ellos.

Se trata además de un turismo sostenible, pues uno de sus preceptos es el respeto al entorno, y de un turismo justo, donde los beneficios de tu visita se quedan en la propia comunidad.

Lo mejor que puedes hacer es elegir acampar con el grupo en sus bosques, escuchar sus historias y probar la comida que te ofrecerán para una experiencia inolvidable.

Futuro

Yidindji es una micronación que se toma muy en serio su existencia, pues no es una lucha por la supervivencia y el reconocimiento de una cultura ancestral.

Por ello, su futuro está prácticamente asegurado, pues aún si consiguen su soñada autonomía, continuarán representando los intereses de su grupo ante el gobierno australiano.

Bandera de la micronación de Yidimy

Hay micronaciones donde cualquiera que lo solicite puede hacerse ciudadano, tal y como son los casos de Ladonia o Austenasia o Liberlandia, pero aquí no tendrás esa libertad.

Pedir la ciudadanía implica leer libros sobre la cultura aborigen y hacer un examen con lo que demuestres compromiso con la comunidad y conocimiento de sus costumbres.

La prueba incluye desde la historia de la ilegal ocupación europea, hasta las leyes tribales, sus símbolos patrios y sus ideales políticos.

Si sacas más de 7.5, puedes obtener tu ciudadanía, para lo cual además debes acudir a una ceremonia y hacer un juramento.

Es decir, si no vives en la zona y eres parte de el grupo aborigen, no serás parte de esta nación, pero todo esto es garantía de que este es un grupo que realmente defiende sus ideales y su autonomía.

 

En 1989 los ciudadanos de Whangamōmona, un pueblo de Nueva Zelanda, estaban muy molestos.

El gobierno de su país había cambiado los límites territoriales de sus 16 regiones, y ellos fueron movidos a un nuevo territorio.

Como protesta, se declararon independientes, y su historia llevaría incluso a una cabra a ocupar la presidencia.

Son nuestra nueva parada en la serie de micronaciones: los países que no existen.

¿Dónde está Whangamomona?

Whangamomona se encuentra en la parte sur de la isla norte de Nueva Zelanda en el distrito de Stratford de la región de Manawatū-Whanganui.

Está unido al resto del país a través de la carretera 43, que es conocida como la autopista del mundo olvidado dado que recorre diversos lugares que fueron abandonados y hoy son pueblos fantasma.

Historia de Whangamomona

Ubicada en un valle aislado por una cadena montañosa, la zona donde hoy se encuentra Whangamomona no fue visitada hasta finales del siglo XIX.

Joshua Morgan fue uno de los primeros exploradores en 1893, y murió, probablemente de una peritonitis, mientras exploraba la zona.

Pero una vez que la frontera al lugar se abrió, no hubo que esperar mucho tiempo para que se crearan los primeros asentamientos humanos y en 1895 un grupo de mineros de oro ya se habían establecido allí.

Foto histórica de Whangamomona en Nueva Zelanda

Para 1898, Whangamomona ya existía con una casa de huéspedes, una tienda de abarrotes, una oficina postal y, en 1902, su primer pub, que desapareció en un incendio y para ser remplazado en 1911 por un hotel.

El pueblo, como toda su región, vivió en un tranquilo aire rural prosperando a través de actividades agrícolas y ganaderas.

Fue la segunda mitad del siglo XX cuando la zona entró en decadencia, y todo se aceleró con una caída en el precio de la lana, a la que la mayor parte de la gente se dedicaba.

Con una población en descenso y los pueblos de sus alrededores quedando vacíos, fue que Whangamomona se dio a conocer, al declararse independientes.

Nace la república

En 1989, Nueva Zelanda inició un proceso de revisión territorial, con el cual los límites entre las regiones se redibujaron tomando en cuenta las cuencas hidrográficas del país.

Esto significó que Whangamomona, que hasta entonces era parte de la región de Taranaki serían movidos a la vecina región de Manawatu-Wanganui.

La razón de esto fue que el río Whangamomona era un tributario del Whanganui.

No fueron el único lugar de Nueva Zelanda que cambió de región, pero si fueron quienes se lo tomaron mas a pecho, y como consecuencia decidieron declararse como un país independiente.

Carrera de borregos en Nueva Zelanda

Su primer presidente fue Ian Kjestrup, quien gobernó 10 años hasta su jubilación, aunque fue colocado en la boleta de votación sin su consentimiento.

Si bien la declaratoria de independencia fue simplemente un acto de protesta, sirvió para darle notoriedad al pueblo, y se acabó convirtiendo en una tradición.

Los pobladores pronto abrazaron la idea, y no temieron en adoptar la excentricidad como una de sus características, al punto de que cualquier habitante de la República, sea humano o animal, puede acceder al gobierno.

El primer presidente no humano fue una cabra, Billy Gumboot, quien estuvo dos años en el poder, hasta el día de su muerte.

Su elección fue con un fraude, pues ganó al comerse las boletas que votaban por todos los candidatos opositores.

Billy, la cabra que gobernó un país

Su sucesor fue Tai, un poodle, cuyo gobierno terminó de forma dramática en 2004.

Renunció tras ser atacado por un mastin, en lo que algunos vecinos señalaron como un intento de asesinato político.

Actualmente el presidente es John Herlihy, sucesor de la primera mujer en el cargo, Vicki Pratt, quien también subió al poder sin su conocimiento.

Qué ver en Whagamomona

El mejor momento para visitar el país es cuando celebran el día de la república.

Es un evento que se organiza cada dos años durante enero, para aprovechar el cálido clima del verano austral, y que atrae al pueblo a miles de personas que quieren ser parte de la exótica micronación.

Las primeras veces que la fiesta se celebró, se organizaba en un par de semanas, pero ha crecido tanto que ahora se invierten meses en su planeación.

Si tienes suerte, tu visita puede coincidir con la elección de un nuevo presidente, y si no, por lo menos podrás ver una carrera de ovejas en la calle principal.

Además de asistir al evento, al ir al pueblo tendrás que pasar por el hotel Whangamōmona.

Hotel de Whangamomona, Nueva Zelanda, construido en 1911

Considerado como un monumento histórico, no solo es un lugar para pasar la noche, ahí también puedes comprar tu pasaporte de la república, lo cual te permitirá evitar pagar una tasa de entrada los días de fiesta.

Fue construido en 1911, siendo el negocio más antiguo que sobrevive, y su restaurante permite que el lugar sea el centro de la actividad del lugar.

El resto de los atractivos de la zona están en el viaje.

Para llegar a Whangamomona debes utilizar una de las carreteras menos transitadas de Nueva Zelanda, y en el camino encontrarás cataratas, y bellos paisajes naturales, además de un famoso túnel bautizado como el tpunel del hobbitt por su pequeño tamaño.

Futuro del país

Cuando Whangamomona declaró su independencia, los habitantes del pueblo, 400 en ese entonces, solo temían que la nueva región a la que pertenecían no fuera a ponerles atención, y nunca imaginaron como su protesta se convertiría en algo tan importante.

Pero hoy, la identidad de Whangamomona está estrechamente ligada con su papel como micronación, y es de esperarse que la tradición se mantenga por muchos años.

Ha llegado a ser tan importante, que incluso el sitio web de la BBC les ha dado cobertura, y hasta 5,000 visitantes han llegado al pueblo en las celebraciones más concurridas.

Así que se trata de una micronación, con su futuro asegurado.

 

Cerca de Cerdeña hay una pequeña isla llamada Tavolara.

Pocos notarían este espacio de 5 kilómetros en el mar Tirreno si no fuera por una razón. Tavolara reclama ser uno de los reinos más pequeños del planeta.

Es una más de nuestras paradas en nuestra serie de micronaciones.

¿Dónde está Tavolara?

Tavolara es la más importante de tres islas que forman un archipiélago al cual le da nombre, siendo las otras dos Molara y Molarotto.

El archipiélago de Tavolara, además, forma un parque marino protegido que también abarca varias rocas sin nombre y a la península Punta Coda Cavallo.

Mapa de Tavolara y su parque marítimo

Todas pertenecen a la provincia de Sácer, que abarca todo el norte de Cerdeña.

Historia de Tavolara

La isla se conoce desde la prehistoria, existiendo evidencia de la presencia del hombre gracias a pinturas rupestres, y el nombre más antiguo con el que aparece en la historia es el de Hermea.

La tradición dice que en el año 235 el Papa Ponciano, obligado a hacer trabajos forzados por el emperador romano Maximino, murió en la isla.

Las apariciones de Tavolara en la historia son pocas, y es que no solo es una isla pequeña, sino que tiene una orografía muy montañosa, lo que complica los asentamientos humanos.

Durante el medievo, marineros árabes la usaron como base de operaciones para saquear otros puertos del Mediterráneo, ellos la conocían con el nombre de Tolar.

Ya en el siglo XIX, fue visitada por Joachim Murat, militar francés que pretendió usar la isla como base para reconquistar, sin éxito el reino de Nápoles.

La visita de Murat nos dejó como noticia que, en 1815, Tavolara estaba deshabitada.

¿Nace un reino?

En algún momento después de esa fecha, Giuseppe Bertoleoni, un pastor nacido en la cercana isla de La Maddalena, se mudó a Tavolara con su rebaño y se convirtió en su único habitante.

De acuerdo a la historia que contó el propio Bertoleoni, la isla fue visitada en algún momento por el rey Carlos Alberto de Cerdeña, quien acudió con su hijo en un viaje de caza y tuvo la oportunidad de convivir con él.

Carlos Alberto habría quedado impresionado por la buena educación de este hombre, y lo declaró como rey de Tavolara, haciendo a la isla un país independiente.

Orografía de Tavolara

Bertoleoni, quien además era bígamo, se llevó a sus dos familias a vivir con él a la isla, y la historia familiar cuenta que cuando el gobierno italiano quizo perseguirlo por su bigamia, no pudieron hacerlo en virtud de la independencia concedida a su isla.

Al igual que ocurrió con Seborga, Tavolara nunca fue expresamente mencionada en los documentos de la Unificación Italiana, con lo cual se presumieron independientes. Pero aparentemente la isla si consiguió un documento firmado por Víctor Manuel II, mediante el cual Italia reconocía la independencia del lugar.

En Viajeros en Ruta buscamos alguna pista sobre este documento sin encontrar fuentes confiables, con lo cual pareciera que poco separa la historia de Tavolara como país independiente del mito.

Pero aunque este documento fundacional no aparezca en Internet, la isla tiene a su favor algo que muchas otras micronaciones no tienen.

Su existencia fue mencionada en más de una ocasión por la prensa del siglo XIX.

Aunque no encontramos que un artículo usualmente citado del Atlanta Constitution existiera (era un semanario que no se publicó el día citado), el reino aparece en al menos dos periódicos de enorme prestigio.

Una columna del New York Times en 1896 la reconoce como el país más pequeño del mundo (aunque recurre a fuentes secundarias).

El Boston Globe también hizo mención del país en al menos 8 artículos entre 1894 y 1928, fecha en que murió Carlos I, su primer Rey.

¿Fin del reino?

Tras la muerte de Carlos, el reino pasaba a su hijo, Paolo II, pero este se retiró de la isla para buscar empleo y le encargo el gobierno como regente a su tía Mariangela.

A la muerte de Mariangela, uno de los peores personajes de la historia italiana, Benito Mussolini dejó de reconocer los derechos de los Bertoleoni sobre la isla y la anexó a Italia.

Tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial y la caída del facismo, la nueva república italiana tampoco reconoció la existencia del reino, y con apenas unas pocas decenas de habitantes, a nadie en el resto del mundo preocupó su desaparición.

Panorámica de la isla de Tavolara

Solo Paolo II y su familia decidieron pelear por su reino, que siempre han reivindicado, pero sin ningún éxito.

Italia no hizo nada con la isla hasta la muerte de Paolo II, cuando cedió gran parte de ella para una estación de la OTAN que ocupó la mitad de la isla, reservándola para uso militar.

Con esto, gran parte de los pobladores de Tavolara abandonaron su pueblo.

En 1979, el diario La Stampa reportó la muerte, con 100 años de edad de Laura Molinas Geremia Bertoleoni di Tavolara, la última princesa del reino, quien intentó recuperar su país con una demanda legal sobre el estado italiano, falleciendo sin ver su sueño concluido.

¿Qué ver en Tavolara?

La isla solo está habitada en verano, cuando puedes hacer viajes de un día en el ferry que sale desde Cerdeña.

Tavolara es en gran medida un paraíso natural, y de acuerdo a Tonino I, quien actualmente se considera rey de la isla, mantenerlo así fue la forma en que su familia logró recuperar su reino, pues resisiteron ofertas de todo tipo para fragmentarlo y hacerlo un paraíso del turismo masivo y el todo incluido.

Sus playas son las que atraen más gente, y dado que la zona fue nombrada un parque marino protegido, tiene espacios hermosos para hacer esnórquel y conocer su flora y fauna marina en viajes de ecoturismo.

En tierra firme la isla es muy montañosa, y es una delicia para quienes disfrutan del senderismo, para poder ver las cristalinas aguas del mar desde las alturas.

Ruta de senderismo en Tavolara

La Ferrata degli Angeli, Punta Cannone y el Occhio del gatto son los puntos más fotogénicos de la isla, y si eres muy aventurero, lo más lejos que puedes llegar es a Punta Timone, el espacio más alejado de donde llegan los ferries.

Dentro de estos caminos se pueden encontrar rocas con figuras especiales que reciben nombres como “el arco de Ulises”, la “Roca del Papa” y la “Gruta del Papa”, esta última una cueva con las pinturas neolíticas del lugar y ambas nombradas por la leyenda que pone en Tavolara la muerte de Ponciano I.

Alguna vez Tavolara fue hogar unos roedores llamados pikas de Cerdeña, que ya están extintos y de unas cabras que, según la leyenda, tienen dientes dorados por los líquenes que comen, y que serían las que atrajeron a Carlos Alberto de Cerdeña al lugar cuando inició su historia.

Al final de un camino arenoso, se llega al Ristorante di Tonino, donde puedes comer y hablar con el Rey, además de ver una fotografía de la familia real Británica con la realeza de Tavolara.

Camino a este restaurante, también se pasa por el cementerio de la isla, donde descansan los anteriores reyes.

Finalmente, y aunque no está propiamente en Tavolara, vale la pena mencionar a la cercana y pequeña Molara.

Es casi una isla prohibida, pues es propiedad privada, pero en algunas temporadas se permiten visitas para hacer senderismo.

Las rutas te pueden llevar a las ruinas de una iglesia medieval dedicada a San Ponciano, y que alguna vez fue parte de un pequeño monasterio.

El conjunto está en malas condiciones, pero es la única construcción histórica del archipiélago y su presencia hace más probable que el papa haya muerto ahí y no en Tavolara.

Futuro del país

Tavolara dejó de existir como nación, pero pasó al reino de las micronaciones.

Hoy Tonino I, el segundo hijo de Paolo II es quien ocupa el trono, dice ser feliz pescando y cuidando su jardín.

Su familia vive en la isla solo en verano, cuando reciben a los turistas que van a buscar sus mares, sin tener en su mayoría idea ninguna de la historia del lugar.

En invierno, todos se mudan a Porto San Paolo donde trabajan como pescadores.

No parece haber planes ni esperanzas de que Tavolara recupere su independencia perdida.

Pero mientras los Bertoleoni vivan allí, mantendrán viva la historia de su familia y del lugar que durante algunas décadas presumió de ser el país más pequeño del mundo.